miércoles, 8 de junio de 2022

Corrupción, crímenes y orgullo rojo ( y I I )


 

Y terminamos con el “orgullo rojo” de su “Sanchidad”.

Como ya saben, su “Sanchidad” ha dicho recientemente que el bombardeo de Guernica había sido uno de los episodios “más cruentos de la Guerra Civil”, diciendo también que “La memoria es imprescindible para construir una sociedad democrática y en paz”. Lo que usted construye, so cínico, es el guerracivilismo, ya que de la otra “memoria”, calla como una zorra.

¿Por qué no comenta este tío nada sobre el bombardeo de Cabra, del que ya hemos hablado varias veces en este blog? Este bombardeo, perpetrado por los suyos del “orgullo rojo”, fue algo más que cruento: fue sanguinario, feroz, brutal, etc. Murieron una 300 personas, casi que el doble que en Guernica

¿Por qué no comenta asimismo los bombardeos rojo-republicanos sobre Sevilla, Granada, Zaragoza, Huesca, Toledo, Pamplona, Teruel, Córdoba, Salamanca, Burgos, así como también los más de 200 bombardeos que sufrió Oviedo, y un largo etc?

¿Y por qué no comenta este bruto algo sobre los libros “Paracuellos-Katyn. Un ensayo sobre el genocidio de la izquierda”, autor César Vidal, libro comentad en este blog el 7 de noviembre de 2016, o sobre otro libro intitulado “Matanzas en el Madrid republicano”, escrito por el cónsul de Noruega Félix Schlayer, también comentado en este blog con fecha 28 de agosto de 2021?

El historiador Ricardo de la Cierva, en su obra “La victoria y el caos. A los sesenta años del 1 de abril de 1939”, Editorial Fénix, 1999, 736 páginas, nos habla de las posiciones que en aquellos tiempos adoptaron los intelectuales españoles y del extranjero ante la contienda española, destacando lo que decía Manuel Azaña sobre el caos que reinaba en su propia zona.

No cabe duda ninguna que el fusilamiento de Federico García Lorca fue un acto repudiable, como lo fueron los fusilamientos cometidos por los rojos. Pero el fusilamiento del poeta alcanzó unos niveles de propaganda en aquel entonces, y ahora, que han llevado a la gente a creer que los republicanos contaban con el apoyo de los intelectuales, no así el bando nacional. En la página 358 del libro antes citado, se puede leer:

 “Sobre Lorca se ha cebado de tal forma la propaganda de la izquierda cultural en la posguerra y en la transición, con la cooperación sospechosísima de grandes órganos de la derecha, y con tal sentido de la unilateralidad y la manipulación, que provocan la hartura de la opinión pública y el propio desdoro del poeta, cada vez más convertido en instrumento y en tópico. Dígase tal cosa como muestra de respeto por su vida -ya tan lejana cuando llegaba a su tumba perdida el final de la guerra- y su obra, donde la militancia política sólo tuvo un lugar secundario”.

La citada propaganda, incluida la de ahora con lo de “La memoria histórica”, o “Memoria democrática”, sirvió, y sirve, para inculcar a la gente que los nacionales querían que desapareciese todo asunto relacionado con el tema de la cultura. Como de costumbre, mentira y falsedad.

Vamos a relacionar aquí una lista de personas asesinadas por los rojos, en la que figuran todo tipo de personas no solamente de valía intelectual, sino política:

José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma Ramos, Víctor Pradera, Zacarías García de Villada, Pedro Poveda Castroverde, Melquíades Álvarez González-Posada, Francisco Beceña González, Rufino Blanco Sánchez, Manuel Bueno Bengoechea, Andrés Manuel Calzada Echeverría, José Canalejas Fernández, Jesús Cánovas del Castillo y Vallejo, Luis Carpio Moraga, Manuel Delgado Barreto, Enrique Estévez Ortega, Manuel Font y de Anta, Joaquín Font y Fargas, Manuel González-Quevedo Montfort, Luis Huidobro Laplana, Francisco Javier Jiménez de la Puente, Emilio Juncadella Vidall, Alvaro López Núñez, Ramiro de Maeztu y Whitney y un larguísimo etc.

 No hay que olvidarse de los intelectuales republicanos que tuvieron que abandonar la zona roja por propia seguridad. Ahí están los casos de Sánchez Albornoz, de Menéndez Pidal, de Gregorio Marañón, de García Morente, etc, etc.

 Ortega y Gasset, republicano por excelencia, merece mención especial. En su conocidísima obra “La rebelión de las masas”, dice:

 “Mientras en Madrid los comunistas y sus afines obligaban, bajo las más graves amenazas, a escritores y profesores a firmar manifiestos, a hablar por radio, etc., cómodamente sentados en sus despachos o en sus clubs, exentos de toda presión, algunos de los principales escritores ingleses firmaban otro manifiesto donde se garantizaba que esos comunistas y sus afines eran los defensores de la libertad”.

 Como no podía ser de otra manera, el periódico “Solidaridad obrera de fecha 10 de abril de 1937, replica:

 “Pepe Ortega y Gasset, taumaturgo averiado y filósofo de pacotilla, se ha equivocado. Ha cumplido, pues, su misión filosófica. Ahora, que siga de “espectador”. En nuestra compañía no le queremos; para actor no tiene categoría, y en cuanto a comparsa, los hemos suprimido” .

 Además, fueron vilmente asesinadas y violadas, como ocurrió con monjas y religiosas, miles y miles de personas por ser cristianas o por no estar de acuerdo con aquella nefasta República.




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