Continuamos con personajes históricos, ignorados por la inmensa mayoría al ser borrados de la Historia por motivos ideológicos y políticos. Hoy veremos algo sobre San Francisco de Asís.
Este santo tenía un apodo: el “Pobrecillo”. Su doctrina era sencilla y era querido por todo el
mundo. Su nombre era Giovanni Bernardone. Nació en el año 1181 en Asís, ciudad
situada en la Italia central. Su padre, Pietro Bernardone que, cariñosamente lo
llamaba “Cecco”, era un acaudalado
comerciante, que le enseñaba constantemente el arte de vender. Como estaba en
buena posición económica, siempre corría con los gastos cuando salía con sus
amigos, cosa que desagradaba a su padre.
En el año 1203, y debido a las guerras que por
aquellos tiempos tenían lugar en Italia, se alistó junto con sus amigos, en un
bando. Cayó preso del enemigo y estuvo encarcelado un año. Una vez que lo
pusieron en libertad, cayó gravemente enfermo y, curado, se volvió a alistar,
volviendo a enfermar otra vez. En esta ocasión, una vez recuperado de la
enfermedad nuevamente, ya no volvió a alistarse, cambiando por completo el
ritmo de vida que había llevado anteriormente.
En cierta ocasión, estando con sus amigos, quedó como
en un éxtasis, cosa que sirvió de burla a sus compañeros. Lo dejaron solo y él
se dirigió a una colina de la ciudad y poniéndose de rodillas comenzó a rezar.
Una vez se encontró con un leproso, y bajándose del
caballo, le dio todo el dinero que llevaba. Comprendió que aquel enfermo
necesitaba algo más que dinero, ya que era rechazado por todo el mundo. Le dio
un abrazo y un beso en la frente. Desde ese momento se autoimpuso la obligación
de visitar el hospital para estos enfermos, destinando al socorro de éstos el
dinero que antes despilfarraba con sus amigos.
San Francisco, junto con dos discípulos suyos, fundó
la comunidad “Los hermanos pobres de
Asís” (franciscanos), que vivían en chozas junto al hospital de leprosos.
Trabajaban en granjas y como sirvientes en la ciudad. De esto vivían. Sus
discípulos y compañeros le llamaban Padre, diciéndoles que no le llamaran así,
sino “frater” (fraile o hermano). Por
esta razón los citados franciscanos son frailes y no monjes.
Por su modo de vida sencillo, eran objeto de burlas.
Incluso algunos sacerdotes los calificaban de heréticos, siendo apedreados
varias veces y echados de la ciudad. Los obispos les negaban incluso hasta la
predicación, hasta que el Papa Inocencio III los autorizó.
Su amor por los animales era inmenso. Hablaba del “hermano conejo” y de la “hermana golondrina”.
Cayó gravemente enfermo. En sus manos y pies surgieron
unas extrañas heridas, como si un clavo hubiese taladrado sus carnes. Falleció
el 3 de octubre de 1226 en una choza próxima al hospital de leprosos.
En fin, San Francisco fue un santo humilde que inspiró
el nombre del nuevo Pontífice.
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