Para Menéndez y Pelayo, Raimundo Lulio fue un caballero andante de la filosofía y del pensamiento. Nació en Palma de Mallorca en 1235 y murió en 1314 en el barco que lo trasladaba de Túnez a Mallorca, aunque hay quien opina que fue eliminado por un grupo de mahometanos.
Fue teólogo, misionero, poeta y filósofo. Se convirtió
al oír una predicación sobre San Francisco. Vendió todos sus bienes, y comenzó
sus estudios de latín y árabe, retirándose a un lugar inhóspito donde escribió
un libro sobre la conversión de los infieles, aunque también se dedicó a esta
tarea personalmente, viajando solo y sin dinero por Roma, París, Génova,
Nápoles, Chipre, Túnez y muchos sitios más, entre ellos la ciudad argelina de
Bugía que estaba en manos de los mahometanos. Como no podía ser de otra manera,
cuando comenzó a predica la doctrina cristiana, fue linchado, apaleado y
encarcelado, hasta que lo expulsaron del país.
A continuación se fue a París y allí intentó enseñar
filosofía, pero nadie le hizo caso. Desesperado y decepcionado, acudió al rey
Felipe de Francia, quien le recomendó al Concilio de Vienne, celebrado en 1308
a instancias del papa Clemente V. Fue admitido, y los prelados aprobaron sus
enseñanzas.
El objetivo principal de Raimundo era convertir a los
mahometanos, volviendo a Túnez para continuar
con su predicación, siendo de nuevo maltratado y herido, por lo que
pidió ser embarcado para que lo llevasen a Palma de Mallorca, falleciendo en el
trayecto aunque, como ya dijimos más arriba, hay quien opina que fue asesinado
por mahometanos.
Como ocurre con los grandes pensadores y filósofos
cristianos, fue vituperado y desprestigiado hasta tal punto de ser tachado de
alquimista. Sus grandes obras fueron la
“Doctrina pueril”, y “Arte magna”, hoy prácticamente
ignoradas, así como también se ignora que por su talento fue apodado
cariñosamente como”Doctor Iluminado”.
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