domingo, 5 de junio de 2022

Poncios políticos


 Ya hemos hablado varias veces sobre el asunto de las elecciones, votaciones, campañas electorales y demás.

 Las campañas pre-electorales, como ya saben, son muy costosas con todos sus fastos, festivales, boatos, ostentaciones y parafernalias, para terminar con el no menos costoso período post-electoral.

 A la casta política, en la que hay mucho cenutrio, le importa un bledo, dos cominos y tres dídimos la descomunal crisis económica en la que estamos inmersos. Se gastan millones y millones en las citadas campañas y luego se lavan las manos como Poncios políticos.

 Obviamente, los partidos que son los que montan todo el tinglado, transmitirán a todo el electorado sus mejoras, con su “fe democrática”, su “civismo”, sus promesas, etc, etc. Pero en el fondo lo que subyace es el poder, el momio, la sinecura, la poltrona y el dinero. Sobre esto mienten y niegan, aunque siempre habrá el “fiel electorado” que está dispuesto a pagar para que le engañen por enésima vez. Es la “contienda cívica”, oiga.

 De lo que se trata es hacer política electoralista, y no verdadera política. El espectáculo es lo que importa. Es como si fuese un carnaval con sus correspondientes disfraces, bailes y gritos. Y para más aturdimiento del “pueblo soberano”, estulto e ignorante, se mezclan conceptos tales como gobierno y estado, política y religión y, si nos apuramos un poco, hasta cuerpo y alma… El caso es embarullar y montar un auténtico galimatías para que los conceptos mencionados pierdan su verdadero sentido y exactitud. Para ello cuentan con todos los medios de propaganda, difusión, transmisión y enseñanza.

 En fin, el resultado de todo esto ya lo sabemos: un país dividido, descoyuntado, roto, resquebrajado, sin cultura, sin moral y, sobre todo, sin políticos.

 

España tendrá un futuro muy negro si seguimos empecinados y obstinados en alimentarnos de cosas necias, de mentiras, de utopías, de populismos, de demagogias, de logomaquias y de estafas parlanchinas. Y si seguimos haciendo caso a las polvaredas que se levantan, que en el fondo no son nada más que cortinas de humo, el panorama del futuro es desolador. Pero, oiga, “España es diferente”.



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