domingo, 19 de diciembre de 2021

La legítima defensa, ¿es justa? ( I )


 La verdad es que hemos estado pensando si intitular este artículo de esta forma, o “La legítima defensa, ¿es legítima?” Como este último título nos parecía un tanto redundante, hemos optado por el primero.

Sobre el tema de la legítima defensa ya hemos escrito en este blog algunos artículos. Ahora volvemos sobre el tema porque la situación por la que estamos atravesando creemos que así lo exige.

El asunto es un poco delicado porque ya las mismas definiciones del Diccionario de los “inmortales” la RAE sobre los conceptos “justo” y “legítimo”, dejan mucho que desear, bajo nuestro modesto punto de vista. Así, el citado Diccionario define el concepto “justo” como Que obra según justicia y razón”. Sobre “legítimo”, dice: “conforme a las leyes”

Vamos a ver: la justicia, la razón y las leyes que imperan en el mundo islámico, en Cuba, en Corea del Norte, en China, en Venezuela o en la desaparecida URSS, son totalmente opuestas a la libertad y al respeto. Esto está más claro que el agua.

Si se está permitiendo que salgan de la cárcel asesinos, delincuentes, rateros, violadores, criminales, vagos, maleantes etc., que hace que se esté generando un estado de alarma entre los españoles, ¿qué es lo que tenemos que hacer?

La gente está pensando, aunque esto no se diga en los medios de comunicación, sobre todo en los del poder, que toda esta casta política son un hatajo de incompetentes, o lo que es peor, cómplices del problema. La sensación de indefensión está creciendo a pasos agigantados, lo que hace que aumente la indignación, pudiendo crearse reacciones insospechadas.

Como ya hemos comentado en otras ocasiones, si las instituciones correspondientes no velan por la seguridad del ciudadano, a éste no le queda más que la legítima defensa. Pero es igual, nadie reclama al gobierno que solucione este asunto: los condicionamientos ideológicos son notorios, lo mismo que los condicionamientos políticos.

Todo esto es debido a que se han perdido una serie de valores y principios básicos, como son la responsabilidad del individuo y de la familia, que pretenden ser sustituidos por otros “valores” que nada tienen que ver ni con lo uno ni con lo otro.

 

Los encargados de velar por la seguridad, así como de prevenir a la ciudadanía de los desmanes de esta lacra social, en el supuesto de que intentasen hacer algo, verían interferidas sus actuaciones por los citados intereses políticos e ideológicos, convirtiendo dichas actuaciones en inoperantes e ineficientes, apartándoles de sus obligaciones.

Seamos sinceros: el problema no es otro que el sistema judicial que, totalmente politizado, permite que se esté llegando a una auténtica revolución delictiva que no traerá más que desestabilizaciones políticas, jurídicas y sociales.

En un segundo artículo nos haremos una serie de preguntas que, por lo que hemos leído a lo largo de nuestra vida, parece que no tienen unas respuestas adecuadas, sino todo lo contrario: confusas, diferentes y hasta contradictorias.

Continuará.



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