jueves, 2 de diciembre de 2021

“El imperio soviético” ( y V )


 Así se intitula el libro escrito por Dionisio R. Napal, editado por Editorial Stella Maris en Buenos Aires en septiembre de 1932, 286 páginas.

Y terminamos con esta obra. Como decíamos en la anterior entrega, en esta última continuamos con el Capítulo I X intitulado “La esfinge”, pero viendo lo que se lee en la Sección I V, página 260 y siguientes.

“Por sobre los intereses generales, los gobernantes se preocupan de la conservación del predominio partidista. Por lesionar el derecho natural de la soberanía democrática y defraudar en beneficio propio las aspiraciones más legítimas, merecen en buena ley el antedicho título de usurpadores.

Los proletarios, al poco tiempo de formar parte de la burocracia, por muy sincero que haya sido su idealismo, se tornan oportunistas. La ambición desgarra continuos jirones del ideario rojo. Como la fuerza de la Unión consiste en el número inmenso que obedece, por todos los medios se impide que la masa deje de ser rebaño. El hombre nada cuenta; su acción es menor que la del más ínfimo resorte dentro de una máquina complicada.

Aunque los rusos tremolen al viento la enseña roja con las insignias de la hoz y el martillo y canten La Internacional y posean flotas y ejércitos y alimenten planes grandiosos de industrialización y se preparen para una guerra de carácter mundial, siguen siendo, peor aún que en los más angustiosos tiempos del zarismo, verdaderos esclavos.

Cuando los obreros de cualquier nación civilizada suspiran anhelosos por un porvenir mejor, piensan en algo muy distinto de la vida militarizada, en un régimen de trabajo forzado, bajo la amenaza de castigos terribles. El más modesto de los trabajadores argentinos jamás podrá vacilar entre la libertad en que desenvuelve su labor en el Río de la Plata y la esclavitud agobiadora de la Unión Soviética”.

En la página 266, y como final, se lee:

“Cualesquiera sean las ofuscaciones bolcheviques, la especie humana que lleva muchos siglos de lento y gradual progreso en el orden democrático, no tolerará una retrogradación de carácter permanente hacia la barbarie.

La historia maldecirá a los comunistas, no precisamente por sus errores doctrinarios, que es humano el equivocarse, sino por no haber vacilado en verter torrentes de sangre humana, para imponer un régimen social.

No es lícita la neutralidad ante la pavorosa realidad del estado soviético. La sociedad debe saber quiénes están en contra y quiénes en favor de la civilización”.

¡Y pensar que todavía hay por ahí badulaques, bausanes, caquéxicos mentales, catatónicos, cenutrios, ciclotímicos, fámulos, faramalleros, fementidos, frenópatas, gárrulos, loquinarios, perláticos mentales, tarúpidos, truchimanes, etc, etc, que añoran este terrible sistema!



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Archivo del blog