Y terminamos con el centenario del PCE.
A lo largo de nuestra vida, y como ya hemos dicho
varias veces, nos hemos encontrado con muchas personas que decían que eran
comunistas, pero que jamás habían leído a Marx, a Engels, a Antonio Gramsci, a
Lenin, etc, y sobre todo tampoco habían leído a personas que conocieron el
sistema y que escribieron libros denunciando todo el terror y el horror de
dicho sistema. La ceguera, la ofuscación, el fanatismo, el ardor, el cerrilismo,
etc, es lo que les comía, y les come, el coco.
Después de haber leído varios libros sobre la doctrina
comunista, libros comentados en este blog, se llegan a varias conclusiones.
La más contundente es
que el marxismo es puro fanatismo y pura tiranía, al que se le rinde un
auténtico culto de dulía y de hiperdulía.
Otras
conclusiones podrían ser las siguientes:
I ).- El comunismo tiene un verdadero
horror a la libre discusión de ideas, a libre desarrollo de la literatura y del
arte. Persigue de forma “gramsciana” el adoctrinamiento escolar y el monopolio
de los medios de comunicación: prensa, radio, televisión, cuentos infantiles,
libros de texto, internet, etc. El ardor fanático de esta doctrina mata el alma
del individuo.
I I ).- La hipocresía es tal, que lo
hace aparecer ante el mundo como bondadoso, caritativo, amable, tolerante, etc,
cuando en realidad es precisamente todo lo contrario: es sembrador de
discrepancias (aunque luego en el poder no las admita), es lanzador de
combustible en la hoguera de las discordias humanas, provocador de guerras,
instigador de odios. Todo esto lo hace para conseguir el triunfo de su
“religión”, sin importarle el exterminio de personas y causar ruina de los
pueblos. A pesar de esto, hablan de solidaridad y amor entre los pueblos ¡Qué
horrible sarcasmo!
I I I ).- Los fámulos del marxismo se
vuelven catatónicos contra todo los razonamientos que derrumban sus teorías, e
intentan dar explicaciones “científicas” a todo el desbarajuste de sus ideas. Conocimos
personalmente a un pedante infumable marxista que decía de sí mismo “tengo
mucho de científico”.
I V ).- Todo aquello que no esté conforme con
sus razonamientos, no es verdad y lo tachan de irracional denominándolo “indignas supercherías y antojos de cerebros
delirantes”.
V ).- Con libros estultos y vulgares,
pretenden cambiar y modificar hechos pasados históricos, pero no se dan cuenta
que la verdad no se abate tan fácilmente.
V I ).- Declaman cosas de memoria,
hilvanando párrafos y más párrafos con una hábil selección de tópicos y lugares
comunes, con argumentos de relumbrón, pero sin base empírica alguna.
V I I ).- Con singular destreza formulan
frases y expresiones tendenciosas y exageradas de las costumbres del mundo
capitalista. El amontonamiento de tales frases y expresiones tienden a provocar
en el lector la convicción absoluta de que el capitalismo domina injustamente
todos los ámbitos de la sociedad y tiende, también, dicho amontonamiento, a
excitar el odio. Sin embargo, cínicamente, y al son de la Internacional, no les
queda más remedio que aplicar medidas y políticas liberales y capitalistas para
sacar la economía a flote.
V I I I ).- Cantan las excelencias marxistas,
pero nada dicen del sometimiento colectivo ni de los terribles “experimentos
sociales”.
y I X ).- Fanáticamente, los marxistas
siguen en sus trece: no quieren admitir que con democracia y libertad, toda la
“ingeniería social” marxista-leninista-gramsciana no funciona, como ya está
demostrado sobradamente. Siguen con la bota, el bozal, el grillete, la zahúrda,
el oír, ver y callar. De libertad y respeto, caca de la vaca flaca.
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