Como hay que “recuperar la memoria histórica”, vamos a ver en un par de entregas quién fue Saddam Hussein, uno de los mayores criminales de este siglo X X I.
Tal día como hoy 30 de diciembre, pero
del año 2006, Saddam Hussein fue ejecutado en la horca. Fue un auténtico
criminal que torturó con cables eléctricos en los testículos y en los oídos.
Hizo desaparecer y eliminó a miles de compatriotas, enterrándolos en fosas
comunes (15.000 cadáveres aparecieron en una fosa en Babilonia). “Gaseó” a tres
mil kurdos en la zona de Kirkuk. Declaró dos guerras sucesivas que provocaron
un millón de muertos (allí tenían que haber ido Zapatero, Llamazares y algún
que otro intelectualillo marxista de medio pelo con la pancarta de “No a la guerra”, lo mismo que los
actores “artiscejos” de la pegatina, y de escudos humanos).
Amasó una inmensa fortuna a costa de la
sangre y el hambre de su pueblo, retirando 1.000 millones de dólares del Banco
Central iraquí. Decapitaba a las prostitutas de Bagdad y colgaba sus cabezas en
la puerta de sus domicilios con el lema “por
el orgullo de la mujer iraquí”. Las feministas sobre esto no dijeron, ni
dicen, ni mu. Sólo “recuperan la memoria histórica” que les interesa.
Obligaba a los familiares de los
disidentes a denunciarlos por TV y tenía el poder repartido entre sus hermanos,
hijos y primos. Poseía 24 palacios, y cuando se trasladaba de uno a otro,
llevaba contenedores con bogavantes, así como costillas de cerdo, quesos,
gambas, aceitunas del Golán (¡casi nada!), etc., mientras el pueblo se moría de
hambre.
Ordenaba reclutar a la Guardia
Republicana alguna muchacha joven para su satisfacción sexual (aquí no había “el orgullo de la mujer iraquí”).
En sus cocinas trabajaban chefs europeos
con unos salarios enormes.
Por otra parte, se “autoconvenció” de
que era el “Elegido para extirpar el
estado judío de la faz de la tierra” y para unificar el pueblo árabe.
Para ganarse a los extremistas
islámicos, ordenó a los genealogistas iraquíes que lo emparentaran con Fátima,
hija de Mahoma, donando sangre para que con ella se escribieran 600 páginas del
Corán.
Hacía traer de París el tinte negro para
sus cabellos.
En una reunión celebrada el 22 de Julio
de 1979, conocida como “la noche de los
cuchillos largos”, ordenó la ejecución de 500 personas de su propio
partido.
En 1980 invade Irán recurriendo a la
guerra química, saltándose los acuerdos del Protocolo de Ginebra de 1.925, que
prohibía usar gases y armas químicas. Posteriormente, diez años más tarde,
invadiría Kuwait.
Exterminó con armas químicas a su propio
pueblo, como ocurrió en las poblaciones de Sheik Wasan y Hlagka, y ejecutó a
cientos de periodistas e intelectuales por disentir públicamente del régimen.
A pesar de todo este horror y terror,
todavía hubo países, por ejemplo Francia, que proponían una acción política a
una acción de seguridad. No importaba que los derechos humanos fuesen
pisoteados diariamente. Proclamaban que había que restituir la soberanía al
pueblo. Pero, ¿es que los iraquíes bajo Saddam era pueblo soberano? También se
pidió instalar en el país una democracia ¿Puede un pueblo aceptar el juego
democrático si nunca han conocido las más elementales normas y reglas por las
que se rige aquella?
A pesar de la caída de la tiranía y de
la captura y ejecución del dictador, aún hay en Iraq un arma de destrucción
masiva terriblemente peligrosa: el fanatismo religioso. Los ritos religiosos de
la mayoría chií estaban prohibidos con Saddam. Obviamente, se recuperaron. Si a
esto añadimos la amenaza del islamismo, con mayoría aplastante, tendremos un
panorama nada halagüeño.
Inexplicable e incoherentemente, los
chiíes vociferan por las calles pidiendo la inmediata salida de las fuerzas
aliadas ¿No se dan cuenta que estuvieron sometidos por Saddam y que, gracias a
esas fuerzas aliadas, pueden salir libremente a la calle? ¿No estaremos ante el
viejo sofisma de la paradoja democrática, según la cual cabe la posibilidad de
que la democracia sea destruida democráticamente por los ciudadanos?
En fin, lo peor de todo es que el odio a la libertad y
a los EE.UU. hermana mucho.
Continuará.
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