viernes, 7 de agosto de 2020

Pedro Sánchez y el comunismo ( I )



Como ya sabrán, el “doctor Sancheznstein”, a finales del pasado mes de julio, salió a la palestra defendiendo al PCE, destacando su “contribución a la democracia, la prosperidad y la Constitución de 1978”, sacando a relucir a algunos representantes, tales como Rafael Alberti y La Pasionaria, de los que decía:


“Me siento más cerca de la España que soñaba Alberti, la Pasionaria y muchos otros comunistas que construyeron la democracia en este país, la paz, la convivencia y la concordia”.


La España que “soñaba” Alberti, ya se pueden figurar cuál sería. Lean la poesía que compuso al asesino y criminal Stalin cuando murió en 1953:


"Redoble lento por la muerte de Stalin
 

Por encima del mar, sobre las cordilleras,
a través de los valles, los bosques y los ríos,
por sobre los oasis y arenales desérticos,
por sobre los callados horizontes sin límites
y las deshabitadas regiones de las nieves
va pasando la voz, nos va llegando
tristemente la voz que nos lo anuncia.
José Stalin ha muerto.
Padre y maestro y camarada:
quiero llorar, quiero cantar.
Que el agua clara me ilumine,
que tu alma clara me ilumine
en esta noche en que te vas".



Como sabrán también, Alberti huyó cobardemente de España, como hicieron muchos comunistas de la “nomenklatura”. Pero no fue a la URSS de su amado Stalin, sino a París, a Roma y a Buenos Aires.



Como sabrán, asimismo, este sujeto era el responsable de la Secretaría de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, que publicaba “El Mono Azul”, que empezó a editarse en agosto de 1936, en el que tanto él y otros componentes de lo que se llamaba Comité de Depuración, eran los responsables de un apartado intitulado “A paseo”, en el que se señalaban los nombres de intelectuales que tenían que ser “depurados”, es decir, asesinados, así como también se instaba a “Las Escuadrillas del Amanecer” y a las “Milicias Populares”, a asesinar y cometer todo tipo de crímenes



En el libro “Mis amigos muertos”, escrito por D. Juan Ignacio Luca de Tena, Editorial Planeta, Barcelona 1972, 339 páginas, en la 283 se puede leer:


“Aunque parezca extraño, la verdad es que yo no conocía a Alejandro Casona con anterioridad a la guerra civil. Durante la Monarquía, cuando todavía era posible la convivencia en España, yo había sido amigo de muchos escritores e intelectuales de extrema izquierda, entre otros, para citar a muy conocidos, de Julio Alvarez del Vayo, de Cipriano Rivas Cherif, de Jacinto Grau y del gran poeta siempre y, en la revolución , intransigente y cruel ciudadano Rafael Alberti, presidente de una organización llamada de intelectuales antifascistas, que tenía una checa en la calle Serrano”.


Alberti, además, alentaba a la gente joven a combatir en el frente, mientras él y otros jerarcas vivían sin ningún problema en la retaguardia.


Y, para terminar, recordemos unas palabras pronunciadas por este sujeto ante los micrófonos de RNE, cuando regresó a España, de la que había huido cobardemente:


 “Marché de España con el puño cerrado y hoy regreso con la mano abierta y tendida a todos los españoles”. Sin comentarios.



En la próxima entrega veremos algo sobre el otro personaje admirado por el “Doctor Sancheznstein”: La Pasionaria.


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