En estos tiempos que nos ha tocado vivir, hay dos
cosas muy curiosas: el relativismo moral y el dogmatismo político que, según
nuestra modesta opinión, y hablando con las limitaciones propias de todo ser
humano, creemos que nos podría ir mejor si fuese al revés. Pero, claro, para
esto es necesario pensar, y ya sabemos que “el pueblo soberano” no piensa.
Si verdaderamente se pensase, no cabe duda de que
obtendríamos respuesta a muchas cosas, pero también aparecerían muchos
interrogantes y dudas que, en muchos casos y a base de reflexión, nos ayudaría
a comprendernos mejor y a respetarnos. Pero, claro, esto es pedir mucho.
Se aceptan o se rechazan cosas según quien las diga. El
sofisma “ad vereundiam” campa por sus respetos dentro de los muros de la Patria
mía. Dicho sofisma, como ya sabrán, se basa en que para defender o sostener
algo que no tiene argumentos convincentes, se recurre a la “autoridad” de que lo dijo fulanito de tal. Sería “lo
dijo Blas, punto redondo”.
Mientras no se utilice la herramienta del pensar, el
“pueblo soberano” seguirá siendo pastoreado por los de la internacional de la
mentira, del odio y del rencor. El resultado lo tenemos a la vista: una España
dividida, rota, sin identidad y al borde del desastre.
Según este relativismo moral y
dogmatismo político, el “enemigo” está perfectamente definido: el capitalismo,
la Iglesia, EE.UU., Israel, los partidarios de la conspiración
vaticano-sionista y demás lindezas de siempre.
Porque, claro, oiga, la izquierda es un
dechado de virtudes y buenas intenciones, al revés que la derecha que es
torcida, interesada, felona y que además, como dice el panel ideológico, “quiere acabar con todo”
Para evitar que “el pueblo soberano”
piense en los momentos decisivos de unas votaciones, que no elecciones, se
recurre a todo tipo estrategias y patrañas: desde atraer el voto de “los
indecisos” para que no voten a “los otros”, hasta entusiasmarlos con promesas de una Arcadia
feliz, tales como “sangrar” a los ricos con el objeto de obtener todo tipo de
subvenciones que, como ya sabemos, van a parar a otros, que a su vez se
enriquecen.
Después viene el tópico típico de
siempre exhibido en pintadas, panfletos y pancartas “sindicaleras”: «los
recortes de la derecha nos han llevado al desastre», cuando en realidad ha sido el despilfarro
socialista. Y así, como niños, sin un mínimo pensamiento de análisis, se tiran
los trastos a la cabeza: ¡Yo no he sido,
mocoso, has sito tú!
En fin, esta es la lucha de siempre
auspiciada por los de la internacional de la mentira, del odio y del terror.
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