Ya saben que nos gusta “recuperar
la memoria histórica”, pero la reciente. Vamos a ello.
El día 11 de mayo del año
2.003, publicaba el diario “La Nueva España” un artículo en el que se leía lo
que decía uno de los representantes marxistas en el Ayuntamiento de Oviedo: “la
gente decente debe mandar a casa a De Lorenzo”, a la sazón alcalde.
La gente decente tolera y no
manda a casa a ningún representante de una ideología como la marxista, que es
dogmática, intransigente, inservible, obsoleta, supersticiosa, generadora de
miseria, con una visión entre nebulosa, turbia y polvorienta de la historia, de
la sociedad, de la política, de la economía, negadora de todo tipo de libertades,
etc. Que fue impuesta “por las bayonetas del ejército rojo”. Que ha
empleado la dialéctica de la mentira y la técnica del golpe de estado desde San
Petersburgo, en octubre de 1.917, hasta Camboya, pasando por China, Europa del
Este, Cuba, etc. Que ha perseguido, asediado, amenazado, intimidado, provocado,
criminalizado y exterminado a las personas, a las fuerzas sociales y políticas
que no se sometieron a sus presupuestos ideológicos, es decir, lo que dictaba
el dogma, la fe y el partido. Que ha desarrollado una labor subversiva llevada
a cabo por autocalificados intelectuales que se han propuesto, durante el siglo
XX, “emancipar” a la Humanidad, conforme a su particular criterio
revolucionario, de toda tradición y religión, especialmente la cristiana. Que,
aprovechándose de la libertad que existe, por ejemplo en España, procura
censurar y acallar todo disidente de “lo políticamente correcto” o lo
“intensamente contemporáneo”. Que, bajo la bandera de la democracia, le
gustaría imponer la dictadura más terrible que jamás haya existido. Que, en las
naciones antes mencionadas, ha tenido la oportunidad de hacer algo positivo.
Pero no: se ha limitado a organizar su “defensa”, es decir, instaurar la
represión, la censura, los gulags, etc, como si con tal política se
desarrollasen “las fuerzas productivas”, “las fuerzas creativas”, el “hombre
nuevo”, “la nueva civilización que olvide y entierre la creencia antigua” y “el
porvenir radiante de la Humanidad”. Que intentó cambiar la Biblia y Roma por El
Capital y Moscú. Que, bajo el supuesto rigor científico de su esquema económico
y su pretensión de necesidad histórica, ha engañado a millones de seres con
esperanza de una mejor vida. Que en vez de narrar los acontecimientos
históricos tal como sucedieron, ha creado un tráfico de mentiras, crímenes y
ocultamientos. Que en el experimento social que se proponía, lo único que hizo
fue levantar una estructura de enorme peso, pero con bases insuficientes y
viciosas, ocultas detrás de muros de silencio y falsificación. Y que, por fin,
“la causa”que impulsó y que costó la vida a millones de seres humanos, ha
sufrido una derrota histórica de la mayor envergadura, derrumbándose porque no
tuvo en cuenta que el hombre tiene derechos naturales y anteriores al Estado y que
la persona es un fin en sí misma y no un instrumento más en la maquinaria del
mismo, lo que llevó a la supresión de los cuatro pilares sobre los que se
sostiene una sociedad normalmente constituida: la persona, la familia, la
propiedad y la religión.
Y por último, la gente
decente tolera y no manda a casa a ninguna persona que lleve en sus camisetas o
en sus pancartas, la efigie de personajes campeones del odio y del terror, y que nada tienen
que ver con la democracia.
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