Los conceptos de proletario y burgués, se emplean a veces con una
ligereza desternillante, y hacen que muchos se pongan bravos al aplicar dichos
conceptos a determinadas personas, sobre todo cuando se califica a alguien de
burgués.
La verdad es que los padres y dirigente del proletariado mundial fueron
casi siempre, por no decir siempre, burgueses, que nunca trabajaron en el
sentido de hoz y martillo, o en el de guadaña y llave inglesa, y que, en
algunos casos, abandonaron el trabajo manual para transformarse en unos
auténticos burócratas políticos. Sino que se lo pregunten a los Marx, Lenin, Mao
Tse Tung, Fidel Castro, Largo Caballero, La Pasionaria, Carrillo y un
larguísimo etc.
Mención especial merece el también judío Federico Engels, perteneciente
a una riquísima familia propietaria de industrias textiles y de extensos
terrenos de producción vitivinícolas. Su familia le envió a Inglaterra para
hacerse cargo de las industrias. A partir de 1844, cuatro años antes de
publicarse “El manifiesto comunista”, se hizo amigo del también judío Carlos
Marx, quien vivió prácticamente a su costa. Engels aportó el dinero suficiente
para que Marx pudiese publicar “El Capital”. Es decir: gracias al capital hay
comunistas en el mundo.
¡Ah!, hemos visto pintadas de comunistas y socialistas que decían “¡Que trabaje Cascos!”, cuando éste era presidente de Asturias. No hemos visto ninguna que
dijese “¡Que trabaje Areces!”, o “¡Que trabajen
Méndez y Toxo”! A ver
cuando vemos una que diga “¡Que trabaje Adrián
Barbón”!, actual presidente
asturiano y que, como ya sabrán, estuvo en su día en una manifestación del
Orgullo LGTB celebrada en Gijón.
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