viernes, 7 de febrero de 2020

Los demagogos



Como ya saben, la democracia es un sistema en el que el poder político es ejercido por los ciudadanos. Curiosamente, según los “entendidos”, y según también las inclinaciones políticas, hay varios “tipos” de democracia.

A saber: la burguesa, término este que proviene del marxismo; la cristiana, la liberal, la representativa, la censitaria, la directa, la orgánica, la popular, y probablemente alguna más. Luego están los regímenes que se autodefinen, por mor de la democracia, como “repúblicas democráticas”, que no son otra cosa que auténticas dictaduras como ocurrió y ocurre, en los sistemas comunistas. Además, hay una diferencia bien clara entre república y democracia: la primera es el gobierno de la ley, ley que puede chocar con muchos principios basados en la libertad, como ocurre en los citados sistemas comunistas, y la segunda, como ya dijimos, es el “gobierno del pueblo”. 

De lo que casi nadie habla es de la demagogia que campa por sus respetos en los sistemas “democráticos”, demagogia que ya aparecía en la antigua Grecia. Tampoco se habla de la logomaquia que, como ya sabrán, quiere decir que, en cualquier discusión o planteamiento, sólo se dicen palabras y más palabras, sin ir al fondo del asunto que se está tratando.

Las características de los demagogos y “logomáquicos” están bien definidas, aunque el “pueblo soberano” no se dé cuenta de ello. Así, por ejemplo, buscan el lucimiento en sus peroratas, a la vez que quieren estar en primera línea del acontecer político, es decir, en el “candelabro”, como decía uno que iba para político.

Por otra parte, les gusta que su imagen sea elevada y exaltada. También les gustan los elogios, los vítores, los aplausos, las frases aduladoras, las lisonjas, los ¡vivas!, etc, etc. ¡No digamos ya nada de la demofilia! 
( I )

También se caracterizan por su verborrea ofensiva, provocativa, e insultante muchas veces, contra sus oponentes políticos, siendo además arrogantes y pedantes infumables, con una “elocuencia” barata para convencer al “pueblo soberano” valiéndose de todos los tópicos típicos habidos y por haber. También son excelentes mentirosos, expandiendo la calumnia y la difamación por doquier.

Su narcisismo, suficiencia y pedantería son insoportables, ocultando su autoritarismo con el que quieren imponerse a los demás, aunque haya que usar la fuerza y la violencia.  Ya decía Aristóteles que la democracia se derrumbaba o alteraba cuando aparecían los demagogos.

Visto lo anterior, ¿no estaremos ante una oclocracia, que no es otra cosa que una dictadura tiránica ejercida por masas estultas e ignorantes, que obligan a los gobernantes a tomar decisiones y medidas contraproducentes?

( I ).- Inexplicablemente esta palabra no figura en el Diccionario de los “inmortales” de la RAE. Su significado es amor o cariño al pueblo. Proviene del griego “demos”, pueblo, y "philos”, amor.



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