En
el año 2010, si no nos falla la memoria, aparecieron en los “mass-media” unas
declaraciones de astrofísico británico Stephen Hawking, galardonado en 1989 con
el premio “Príncipe de Asturias” de la Concordia, en las que decía que Dios no
existe.
En una ocasión, oímos a un pedante marxista infumable decir de sí mismo “tengo mucho de científico”. La verdad es que de tal cosa no tenía absolutamente nada. En sus escritos se limitaba a amontonar y reclutar citas y citas de personajes afines con su ideología para constatar y avalar sus prejuicios. Es decir, empleaba el sofisma “ad verecundiam”: lo dijo Blas, punto redondo.
Esas citas mencionadas, iban casi siempre edulcoradas de tal forma, que
constituían una verdadera adulación y servidumbre, transmitiendo su pedantería,
prepotencia y soberbia, al mostrar su acuerdo con personas “tan
prestigiosas”. Como se puede ver, y por el simple hecho de emplear un
sofisma, esta forma o “método” no tiene absolutamente nada de científico, por
mucho que nos quiera demostrar el “ente” y los “mass media” con esa exhibición
de intelectualillos de medio pelo y de tres al cuarto, que salen cada dos por
tres y que no aclaran absolutamente nada de nada, aunque sean considerados los
representantes oficiales de la “kurtura”.
Evidentemente, las citas, dichos, pensamientos, etc, de personas importantes,
no tienen por qué suprimirse. Nosotros lo hacemos con frecuencia en nuestros
escritos. Lo que hay que hacer es cotejar y contrastar esas citas que se
consideran importantes, con otras que estén relacionadas con lo que nos ocupa y
que nos puedan ayudar a revolver o ver mejor la cuestión que se esté
tratando.
Como decíamos al principio, en el año 2010, aparecieron unas declaraciones de
Stephen Hawking diciendo textualmente que “Dios no existe”. Otros
científicos mucho más galardonados que él, (Compton, Penzias,
Einstein, etc, todos ellos premiados con el Nóbel), dicen todo lo contrario.
Por tanto, decir que Dios no existe porque lo digan Hawking, Marx o Lenin, no
implica nada.
Ni qué decir tiene que estos “científicos” son casi todos ellos ateos.
Verdaderamente esto no tendría ninguna importancia, si no fuese porque ese
ateísmo les lleva prácticamente a odiar a la religión, a la cristiana, claro,
diciendo que es un conjunto de desviaciones mentales y de supercherías. De
otras religiones no dicen ni pío. Ustedes ya nos entienden.
Lo que omiten estos “ateos científicos” es que la aplicación, promoción y
divulgación del ateísmo, principalmente durante el siglo XX, ha llevado a la
Humanidad a regímenes monstruosos de todos conocidos.
Lo que no comprendemos es cómo mister Hawking puede saber que Dios no existe,
ya que su existencia no es una cuestión científica con la que se pueden hacer
experimentos para llegar a conclusiones. Lo que dijo este señor es simplemente
su opinión sobre el asunto. La existencia de Dios, y todo lo que se quiera
decir de Él, no pertenece al campo del experimento físico, con sus
demostraciones y empirismos, sino al de la Metafísica. Y si no que nos enuncie
mister Hawking el teorema, la fórmula trigonométrica, geométrica, algebraica o
ecuación, de la que se valió para sacar su conclusión.
Suponemos que este señor se le habrá ocurrido pensar Quién fue, o de dónde
salieron las leyes físicas y químicas por las que se rige el Universo.
D. Gustavo Bueno, filósofo materialista y ateo, manifestó en su día que lo que
había dicho el astrofísico británico era “irrelevante”.
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