Gracias a la apertura parcial de los archivos del KGB, que
ha permitido que se escribiesen muchos libros relatando todo el terror y el
horror del sistema; gracias también al informe
Mitrokhin, y los comentarios de Dimitri Volkogonov y de otros muchos que
vivieron y sufrieron en sus propias carnes las “virtudes del paraíso”, se van
conociendo, aunque ya se sabían, las mentiras, los engaños y los embelecos
propagados por el comunismo en el mundo, y que siguen propagando en la
actualidad.
Hemos conocido muchas
personas que, sin ser del PCE, durante el régimen de Franco apoyaron sin
ambages al comunismo. Les parecía que estos “luchadores por la libertad” eran
poco menos que héroes. Ahora que está empezando a salir una abundante
bibliografía sobre las inmundicias del comunismo, están aterrados porque “las
miserias de los nuestros” nunca las habían conocido. Había que atenerse al
pensamiento oficial, a la literatura emocional y a las consignas.
La miseria moral de los
comunistas quedó bien patente en dos acontecimientos puntuales del pasado
siglo: las purgas de Stalin y la firma del pacto nazy-soviético.
En lo referente a las purgas
stalinianas de los años treinta, en las que asesinó a compañeros suyos de
revolución, hubo “intelectuales” marxistas que firmaron una carta en la que
estaban de acuerdo con las ejecuciones, puesto que las víctimas eran
“fascistas”.
Posteriormente, firmaron otro
panfleto contra el rumor de que Hitler y Stalin iban a firmar un pacto. Como
siempre, vuelven a aparecer los vocablos de fascista y reaccionario, pues
afirmaron que sólo los fascistas y reaccionarios podían propagar la gran mentira
del pacto germano-soviético. A los pocos días se firmó. Inmediatamente estos
intelectualillos de medio pelo dejaron de hablar del peligro fascista. La
“situación” había cambiado: ya no se propagaba la lucha contra el fascismo y
como temían que los EE.UU. declararan la guerra a Alemania, había que impedirlo
porque Stalin e Hitler eran “amigos”.
Ya entrado el año 1.941, en
plena guerra y con Europa inundada de sangre, aseguraban que la contienda era “una
brutal lucha por la distribución de los imperios”, queriendo decir con esto
que no había que participar en la lucha. Pero, ¡ah!, el 22 de junio de ese
mismo año los alemanes invadieron la
URSS y las cosas cambiaron: entonces se pedía lo contrario de
lo anterior, es decir, apoyar a EE.UU., Inglaterra y a la URSS para terminar con el
fascismo.
Viendo lo anterior, ¿por qué
algunos se escandalizan por la “caza de brujas” emprendida por McCarthy? ¿Acaso
los comunistas no habían mostrado su dogmatismo y su totalitarismo mintiendo
indignamente cuando ocurrieron todos aquellos acontecimientos?
¡Oh, “memoria histórica” y “memoria
democrática”.
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