Como ya hemos escrito varias veces, Carlos Marx con toda su charanga y murga, arremetió contra la religión sin pararse a pensar que precisamente el marxismo se comporta como tal. Así, tiene un redentor: Carlos Marx. Tiene apóstoles y evangelistas: Lenin, Stalin, Mao, Pol Pot, A. Kollontai, Carlos Marighella, Antonio Gramsci, Rosa Luxemburgo, etc, que se lanzaron como gozques contra la religión. También tiene gente que, como Saulo, cayeron del caballo camino de Damasco y se han arrepentido: tales serían los casos de André Frossard, André Gide, Carlos Semprún Maura, y un larguísimo etc.
También tiene ¡cómo no! el Bien, que es el social-comunismo;
el Mal, todo lo que se oponga a él; el Dogma, los postulados de Marx y
Lenin; la Liturgia, las falsas elecciones en las que ya se sabe de antemano qué
partido va a ganarlas; y la Curia, el parlamento “nomenklaturizado”.
Además, el social-comunismo tiene una cosa
muy chocante: el unanimismo. Decía el periodista americano Walter Lippmann que cuando todos
piensan igual es que ninguno piensa mucho. También decía un filósofo, no recordamos
cuál, que un individuo puede equivocarse, la muchedumbre siempre.
También tiene mártires, como es el caso de la esposa del
“Presimiente” Begoña Gómez, a la que se la presenta como una mujer de vida
ideal y ejemplar, con ensueños y fantasías, amén de sociedades y compañías
filantrópicas y generosas, mutiladas y amputadas por el Mal, oiga.
En fin, hablan mucho de igualdad y de democracia, pero
de esto caca de la vaca flaca.
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