jueves, 11 de julio de 2024

“1936: El asalto final a la República”


 

Así se intitula el libro de Pío Moa, Ediciones αltera 2005, 347 páginas.

En contra de esa estupidez que se llama “memoria histórica”, este magnífico libro de Pío Moa, como todos los suyos, demuestra que fueron las izquierdas las que destruyeron la República, trayendo como consecuencia una cruenta Guerra Civil que comenzó prácticamente en 1934.

 Como y hemos dicho muchas veces, los “historieteros” de fascículo, “bien pagaos” ellos, han manipulado la reciente Historia de España a base de tergiversaciones, mentiras, omisiones y falseamientos. El progresismo y el manual del “agit-prop” así lo exigen, oiga.

 Como ya saben, para estos “historieteros”, aquello que se llamó Frente Popular, era una coalición de izquierdas verdaderamente democrática, cuando realmente era todo lo contrario. Como ya es sabido también, se presentan los acontecimientos y la situación del año 1936 como normal, siendo atacada esta normalidad por una sublevación “fascista” o “reaccionaria” (Página 17).

 Pío Moa, como ya hemos dicho varias veces, se ha cansado de citar a estos “historieteros” para celebrar un debate sosegado y ecuánime sobre aquellos acontecimientos. El resultado ya sabemos cuál ha sido: la no aceptación, además de insultos y descalificaciones.

 Sobre la revolución de 1934, así como sobre la Guerra Civil española,  se han escrito verdaderas barbaridades para justificarla. Así, en la página 19 se lee:

 «Los líderes sabían que el sector decisivo de la derecha, la CEDA, no era fascista ni preparaba ningún golpe, como puso de relieve Besteiro, y utilizaron adrede esos pretextos para justificar su propio golpe, excitar a las masas ante un imaginario peligro, y paralizar la reacción de las derechas, muy sensibles a tales acusaciones.»

 Por otra parte, y dando un salto a 1936,  siguen estos “historieteros” con las suyas, manifestando que en las elecciones de febrero de ese año el Frente Popular había presentado un programa electoral ecuánime y moderado. Mentira cochina, ya que dicho programa era totalmente revolucionario. En la página 53 se lee:

 «Aunque este programa ha recibido a menudo el título de moderado, no lo es bajo ningún criterio, salvo el de la comparación con los planes bolcheviques o anarquistas».

 Como es sobradamente sabido, precisamente en febrero del 36 vuelven los asesinatos políticos y los actos terroristas, llevados a cabo por políticos y sindicalistas de izquierdas, mientras el gobierno sigue con su impasible ademán . . . bueno, tanto como impasible no, ya que solamente detiene y encarcela a la gente de derechas.

 La izquierda en general, es decir, comunistas, socialistas, anarquistas, tenían un denominador común: su odio a España, exactamente igual que hoy. En la página 137 se lee:

 «Así, tras el triunfo del Frente Popular se produjo una alianza, no nueva históricamente, entre los revolucionarios, los republicanos de izquierda y los separatistas. La base de esta alianza consistía en la común oposición a la derecha y a la propia historia de España, considerada muy negativamente por todos ellos. Los comunistas y los partidarios de Largo Caballero, especialmente, no vacilaban en propugnar el ‘derecho de autodeterminación’, siguiendo los tópicos de Lenin y Stalin al respecto. Esto beneficiaba mucho, desde luego, a los secesionistas catalanes y vascos.»

 Y por fin llegó el momento crucial de la II República: el vil asesinato de Calvo Sotelo, ocurrido el 13 de julio de 1936. Sobre este asunto comentaremos el próximo día 13, Deo volente, el libro de Ian Gibson intitulado “La noche en que mataron a Calvo Sotelo”.

 En fin, y como siempre decimos, magnífico libro de este autor, que debería ser leído por todo el mundo, principalmente por aquel muchacho que en una ocasión dijo que la Guerra Civil española había sido un enfrentamiento entre los demócratas y las tropas fascistas de José María Aznar.

 También se lo recomendamos al “Presimiente” por aquello del “vínculo luminoso”.



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