lunes, 15 de julio de 2024

“La noche en que mataron a Calvo Sotelo” ( y I I I )

 


Así se intitula el libro de Ian Gibson, Editorial Argos Vergara, S.A., Barcelona, febrero 1982, 285 páginas, incluido ÍNDICE DE NOMBRES.

Y terminamos con este magnífico libro, que recomendamos leer.

 

En las páginas 120 y 121, se lee:

 

“Parece seguro, eso sí, que la detención de Gil Robles, así como la de otros significados políticos de derechas, fue decida en Pontejos antes de la salida de la camioneta número 17, pese a las afirmaciones, sin duda sinceras, , de Santiago Garcés.. Y creemos que tal decisión se tomó mientras la comisión de oficiales de Asalto deliberaba con el ministro de la Gobernación, Moles, o poco después”.

 

A continuación hay un testimonio del guardia Ricardo Goytra Bayo que dice que sus enlaces “le informaron, a eso de las seis de la mañana del 13 de julio, que calvo Sotelo había sido asesinado, y que habían ido aquella noche en busca de Lerroux, Gil Robles y Goicoechea, habiendo salido con este fin del Cuartel de Poncejos cuatro camionetas de Asalto”.

 

En las páginas 123 y 124, se habla de la camioneta número 17, que fue la que transportó a los asesinos de Calvo Sotelo. Se hace una somera descripción de estas camionetas o “plataformas”, de Marca “Hispano-Suiza”.

 

“Tenían cuatro departamentos y seis bancos, con numerosas puertas que facilitaban la rápida intervención de sus ocupantes en aquellos disturbios callejeros en cuyo control estaban especializados”.

 

A Calvo Sotelo lo sentaron “en el tercer departamento de la camioneta número 17, banco cuarto, entre los guardias Aniceto Castro Piñeiro y otro, pertenecientes al escuadrón de Caballería”.

 

“Condés y José del Rey se sentaron en el primer departamento del vehículo, al lado del conductor, Orencio Bayo Cambronero.

 

En el segundo departamento, banco segundo, iban varios paisanos y guardias, entre éstos, al parecer, Ricardo Cruz Cousillas.

 

En el cuarto departamento, quinto banco, detrás de Calvo Sotelo, iban sentados los socialistas – amigos todos ellos de Condés y José del Rey -, Luis Cuenca, Santiago Garcés, Francisco Ordóñez y Federico Coello.

 

“Una vez subidos todos al autocar, ordenó Condés encaminarse a la Dirección General de Seguridad, declaró Bayo Cambronero en 1939.

 

Una vez todos en el vehículo, Condés gritó: ‘¡A Pontejos!’, mantuvo aquel mismo año ante los jueces José del Rey.

 

Trescientos metros más abajo por la calle Velázquez, hacia el cruce con la de Ayala, Bayo Cambronero oyó una detonación débil.

 

- ¿Es un tiro? – preguntó

 

- No es nada – le contestó Condés

 

A los pocos segundos Bayo oyó otro tiro semejante al primero. Ningún comentario más se hizo en todo el viaje acerca de aquellos disparos, siguió declarando en la Causa General quien fue conductor aquella noche de la camioneta de Asalto número 17.

 

Aniceto Castro Piñeiro estaba sentado al lado de Calvo Sotelo, a su mano izquierda. De repente sonó un disparo:

 

Al momento vio que el señor Calvo Sotelo caía hacia la derecha y ‘el pistolero’ esgrimía detrás de él una pistola con la que, indudablemente, había disparado sobre la nuca de aquél. Al instante vio como ‘el pistolero’ hizo un segundo disparo sobre la cabeza del señor Calvo Sotelo, cuando ya éste estaba abajo. Entonces el guardia del Escuadrón de Seguridad se pasó al asiento de atrás. ‘El pistolero’ exclamó: ‘Ya cayó uno de los de Castillo’, y al mismo tiempo Condés y José del Rey se cruzaron miradas y sonrisas de inteligencia”.

 

En fin, esto es lo que ha sucedido. Pero, claro, los “historieteros” dicen que el asesinato de Calvo Sotelo fue obre de “incontrolados”. Lo malo no es que digan estas cosas. Lo malo es que cobran por decirlas, como ya hemos dicho en varias ocasiones.




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