Así se intitula el libro de Ian
Gibson, Editorial Argos Vergara, S.A., Barcelona, febrero 1982, 285 páginas,
incluido ÍNDICE DE NOMBRES.
Y terminamos
con este magnífico libro, que recomendamos leer.
En las páginas
120 y 121, se lee:
“Parece
seguro, eso sí, que la detención de Gil Robles, así como la de otros
significados políticos de derechas, fue decida en Pontejos antes de la salida
de la camioneta número 17, pese a las afirmaciones, sin duda sinceras, , de
Santiago Garcés.. Y creemos que tal decisión se tomó mientras la comisión de
oficiales de Asalto deliberaba con el ministro de la Gobernación, Moles, o poco
después”.
A continuación
hay un testimonio del guardia Ricardo Goytra Bayo que dice que sus enlaces “le informaron, a eso de las seis
de la mañana del 13 de julio, que calvo Sotelo había sido asesinado, y que
habían ido aquella noche en busca de Lerroux, Gil Robles y Goicoechea, habiendo
salido con este fin del Cuartel de Poncejos cuatro camionetas de Asalto”.
En las páginas
123 y 124, se habla de la camioneta número 17, que fue la que transportó a los
asesinos de Calvo Sotelo. Se hace una somera descripción de estas camionetas o
“plataformas”, de Marca “Hispano-Suiza”.
“Tenían
cuatro departamentos y seis bancos, con numerosas puertas que facilitaban la
rápida intervención de sus ocupantes en aquellos disturbios callejeros en cuyo
control estaban especializados”.
A Calvo Sotelo
lo sentaron “en el
tercer departamento de la camioneta número 17, banco cuarto, entre los guardias
Aniceto Castro Piñeiro y otro, pertenecientes al escuadrón de Caballería”.
“Condés y
José del Rey se sentaron en el primer departamento del vehículo, al lado del
conductor, Orencio Bayo Cambronero.
En el
segundo departamento, banco segundo, iban varios paisanos y guardias, entre
éstos, al parecer, Ricardo Cruz Cousillas.
En el
cuarto departamento, quinto banco, detrás de Calvo Sotelo, iban sentados los
socialistas – amigos todos ellos de Condés y José del Rey -, Luis Cuenca,
Santiago Garcés, Francisco Ordóñez y Federico Coello.
“Una vez
subidos todos al autocar, ordenó Condés encaminarse a la Dirección General de
Seguridad, declaró Bayo Cambronero en 1939.
Una vez
todos en el vehículo, Condés gritó: ‘¡A Pontejos!’, mantuvo aquel mismo año
ante los jueces José del Rey.
Trescientos
metros más abajo por la calle Velázquez, hacia el cruce con la de Ayala, Bayo
Cambronero oyó una detonación débil.
- ¿Es un
tiro? – preguntó
- No es
nada – le contestó Condés
A los pocos
segundos Bayo oyó otro tiro semejante al primero. Ningún comentario más se hizo
en todo el viaje acerca de aquellos disparos, siguió declarando en la Causa
General quien fue conductor aquella noche de la camioneta de Asalto número 17.
Aniceto
Castro Piñeiro estaba sentado al lado de Calvo Sotelo, a su mano izquierda. De
repente sonó un disparo:
Al momento
vio que el señor Calvo Sotelo caía hacia la derecha y ‘el pistolero’ esgrimía
detrás de él una pistola con la que, indudablemente, había disparado sobre la
nuca de aquél. Al instante vio como ‘el pistolero’ hizo un segundo disparo
sobre la cabeza del señor Calvo Sotelo, cuando ya éste estaba abajo. Entonces
el guardia del Escuadrón de Seguridad se pasó al asiento de atrás. ‘El
pistolero’ exclamó: ‘Ya cayó uno de los de Castillo’, y al mismo tiempo Condés
y José del Rey se cruzaron miradas y sonrisas de inteligencia”.
En fin, esto
es lo que ha sucedido. Pero, claro, los “historieteros” dicen que el asesinato
de Calvo Sotelo fue obre de “incontrolados”. Lo malo no es que digan estas
cosas. Lo malo es que cobran por decirlas, como ya hemos dicho en varias
ocasiones.
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