El aborto, tal como se
entiende y se practica hoy, es el asesinato de un no nato, cuya muerte tiene un
precio económico y también un precio político o una recompensa, como en la
película “La muerte tenía un precio”, del director Sergio Leone, protagonizada,
entre otros, por Clint Eastwood, en la que se narra la actuación de dos
cazadores de recompensas.
Nada importa que sea un acto
vil y criminal: sólo se mira a ver qué dice el panel ideológico para subirse al
carro, en este caso el de la muerte.
Después salen los parásitos, “parásitas”
y “parásites” con sus brutales ataques a la “Infame”, proclamando a los cuatro
vientos que estos asesinatos y matanzas no son tales. Entre los parásitos,
podíamos citar al lujoso defenestrado
Llamazares, quien dijo en su día que el aborto, perdón, la Ley de Interrupción
Voluntaria del Embarazo está “desfasada” y es “poco útil”.
También dicen otros que son
abortistas “de toda la vida” . . . bueno . . . habrá que excluir sus propias
vidas y dar gracias a sus madres que no han abortado.
De las “parásitas” y
“parásites”, preferimos no hablar. Su indigencia moral e intelectual no les da
para más.
Después están los de la “fiel
infantería” con sus consignas y sloganes, tales como “Haz el amor y no la
guerra”, o “Haz el amor y no mires a quién”. El hedonismo ya no puede ser
mayor. Tu goza, no te preocupes, que luego vendrá la administración y te pagará
la píldora del día después. No importa que se genere déficit sanitario.
Como ya dijimos en varias
ocasiones, el patrón del “Bribón” mandó en su día cumplir la ley del aborto: “Mando a todos los españoles, particulares y
autoridades que guarden y hagan guardar esta ley orgánica. Madrid, 3 de marzo de 2.010”.
Nosotros, y muchos millones
de españoles, no aceptamos esa ley, por muy “sancionada” que esté. Convendría
recordar al citado patrón del “Bribón” que leyese de Félix Lope de Vega y
Carpio, unos de nuestros genios del Siglo de Oro, su obra “La estrella de Sevilla”. En ella dice:
«Todo lo que manda el Rey,
que va contra lo que Dios manda,
no tiene valor de Ley,
ni es Rey quien así se desmanda»
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