lunes, 8 de julio de 2024

El patrón del Bribón y Lope de Vega


 El aborto, tal como se entiende y se practica hoy, es el asesinato de un no nato, cuya muerte tiene un precio económico y también un precio político o una recompensa, como en la película “La muerte tenía un precio”, del director Sergio Leone, protagonizada, entre otros, por Clint Eastwood, en la que se narra la actuación de dos cazadores de recompensas.

Nada importa que sea un acto vil y criminal: sólo se mira a ver qué dice el panel ideológico para subirse al carro, en este caso el de la muerte.

 Después salen los parásitos, “parásitas” y “parásites” con sus brutales ataques a la “Infame”, proclamando a los cuatro vientos que estos asesinatos y matanzas no son tales. Entre los parásitos, podíamos citar  al lujoso defenestrado Llamazares, quien dijo en su día que el aborto, perdón, la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo está “desfasada” y es  “poco útil”.

 También dicen otros que son abortistas “de toda la vida” . . . bueno . . . habrá que excluir sus propias vidas y dar gracias a sus madres que no han abortado.

 De las “parásitas” y “parásites”, preferimos no hablar. Su indigencia moral e intelectual no les da para más.

 Después están los de la “fiel infantería” con sus consignas y sloganes, tales como “Haz el amor y no la guerra”, o “Haz el amor y no mires a quién”. El hedonismo ya no puede ser mayor. Tu goza, no te preocupes, que luego vendrá la administración y te pagará la píldora del día después. No importa que se genere déficit sanitario.

 Como ya dijimos en varias ocasiones, el patrón del “Bribón” mandó en su día cumplir la ley del aborto: “Mando a todos los españoles, particulares y autoridades que guarden y hagan guardar esta ley orgánica.  Madrid, 3 de marzo de 2.010”.

 Nosotros, y muchos millones de españoles, no aceptamos esa ley, por muy “sancionada” que esté. Convendría recordar al citado patrón del “Bribón” que leyese de Félix Lope de Vega y Carpio, unos de nuestros genios del Siglo de Oro, su obra “La estrella de Sevilla”. En ella dice:

 

«Todo lo que manda el Rey,
que va contra lo que Dios manda,
no tiene valor de Ley,
ni es Rey quien así se desmanda»




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