El título completo del libro es “Un imperio fallido. La Unión Soviética durante la Guerra Fría”, autor Vladislav M. Zubok, traducido al castellano por Teófilo de Lozoya y por Juan Rabasseda, Editorial CRÍTIA, Barcelona, 2008, 693 páginas incluido “Índice”, página 693.
El libro consta, además del “Índice”, de un “Prólogo”,
páginas 9 a 16; 10 Capítulos, páginas 17 a 503; “Epílogo”, páginas 505 a 518;
“Notas”, páginas 519 a 621; “Bibliografía”, páginas 623 a 672; “Índice
analítico”, páginas 673 a 689, y “Lista de ilustraciones”, páginas 691 y 692.
Someramente diremos que Vladislav M. Zubok, nacido en
Moscú en 1958, es un historiador que anduvo por grandes universidades, tales
como la “George Washington”, la de Michigan, la de Londres, convirtiéndose en
2004 en titular de la Universidad de Temple de Filadelfia (Pensilvania).
El libro es sencillamente extraordinario. Es uno de
los mejores que hemos leído y comentado en este blog sobre el tema de la Unión
Soviética. Recomendamos leerlo.
Por la obra circulan todas las personas, prácticamente
todos hombres, que intervinieron en la vida de la destartalada URSS, en donde
se ven recelos, dudas, pavores, dificultades, aprietos, fallos políticos, etc,
etc.
En el prólogo se lee que la Guerra Fría soviética tuvo
“numerosos frentes y dimensiones: desde el Puesto de Control Charlie en
Berlín hasta las cocinas soviéticas, donde los disidentes hablaban de un
comunismo con rostro humano”.
En la página 19, dentro del Capítulo 1, se lee:
“Los nuevos testimonios ponen de
manifiesto que la inmensa mayoría de los funcionarios y del pueblo soviético no
querían que se desencadenaran conflictos con Occidente y que preferían
concentrarse en una reconstrucción pacífica. Pero, como bien sabemos, una vez
finalizada la Segunda Guerra Mundial el comportamiento de los soviéticos en
Europa del Este se caracterizó por la brutalidad y la intransigencia. En
Oriente Medio y en Extremo Oriente la Unión Soviética ejerció una gran presión
para instalar sus bases, obtener concesiones petrolíferas y ganarse una esfera
de influencia. Todo ello, junto con una retórica ideológica, llevó gradualmente
a Moscú a una clara confrontación con Estados Unidos y Gran Bretaña”.
En la página 506 del “Epílogo”, se lee:
“Iosif Stalin fue el más sanguinario,
aunque probablemente también el más cínico y pragmático, de los líderes
soviéticos. Tenía la firme determinación de consolidar las conquistas
territoriales y políticas soviéticas, obtenidas durante la Segunda Guerra
Mundial, para construir un exclusivo colchón de seguridad alrededor de la
URSS”. En las páginas 511 y 512 del citado “Epílogo”, se
lee:
“La ideología soviética siguió formando
parte, de una manera harto grotesca, del estilo de vida de la URSS, pero en vez
de movilizar, creaba hipocresía, cinismo y dudas. Tras la brutal supresión de
la Primavera de Praga en 1968, hasta los intelectuales más idealistas
soviéticos perdieron interés por el mensaje ideológico del comunismo”.
Y terminamos con las últimas líneas del último párrafo
del mentado “Epílogo”, página 518:
“Gorbachov y los que le apoyaron no
estaban dispuestos a derramar sangre por una causa en la que no creían y por un
imperio del que no sacaban provecho alguno, En lugar de responder combatiendo,
el imperio socialista de la URSS, tal vez el más curioso y singular de la
historia moderna, prefirió suicidarse”. En fin, como ya saben, la
URSS se desintegró en 15 Estados independientes.
Como decíamos al principio, recomendamos leer este
magnífico y extraordinario libro.
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