El
título completo del libro es “Días de ira. Una reflexión que clama a
las conciencias ante una España en alarma”, autor Hermann Tertsch,
Editorial La Esfera de los Libros, S.L., 2015, 293 páginas.
Ante
todo decir que es un libro magistral que debería leer el “pueblo soberano” y
ciertos politicastros encumbrados incomprensiblemente, que ostentan cierto
“prestigio” a base de populismo, demagogia y logomaquia.
Comentar
también antes de nada, que el autor en su juventud fue miembro del
partido comunista de Euskadi, siendo posteriormente miembro del Foro de Ermua.
El
autor toca temas candentes de actualidad, que nadie se atreve a comentar. Por
ejemplo, la “entente” entre el Islam y el socialismo, con el propósito de
hinchar e inculcar de odio, rencor y la ira a los “pueblos soberanos” contra
los enemigos que todos sabemos: Estados Unidos y Europa.
Nos
ha llamado la atención un apartado intitulado “Un coñazo de desfile”,
página 56 en donde se comenta la frase de Rajoy “Mañana desfile, qué
coñazo!”. Se lee:
“Por
desgracia, tras los años devastadores de Zapatero, los encargados de la
reconstrucción y regeneración, dotados por la ciudadanía de un poder inmenso,
tienen unas dosis limitadas, muy limitadas, de ideas y valores, y todas ellas
siempre muy solubles en ese pragmatismo del que hacen gala permanentemente”.
También
nos ha llamado la atención lo escrito en el apartado intitulado “Del
oportunismo a la impostura”, páginas 220 a 227. Se lee en la 226 y 227:
“El
abuelo de Iglesias le pasó algo parecido que al abuelo Lozano de Zapatero: fue
condenado a muerte por el bando franquista. Con una diferencia muy importante,
ante todo para él: que su sentencia no fue ejecutada. Al contrario. La
trayectoria del abuelo de Iglesias demuestra que, en plena posguerra del
franquismo, podían ocurrir ya entonces en la justicia española cosas muy
peculiares. E igual que muchos inocentes, a veces por pura casualidad o
fatalidad, acabaron sus días en el paredón, muchos culpables se escaparon del
mismo y tuvieron una suerte inmensa para una segunda oportunidad, bajo el
franquismo. Como este abuelo. Porque Manuel Iglesias Ramírez, de Villafranca de
los Barros, no fue condenado por ser miembro de un tribunal militar ni por ser
un oficial del Ejército Republicano, como difunde su nieto Pablo. Sino por ser
miembro de una banda de milicianos que, en el otoño de 1936, se dedicó en
Madrid a realizar «sacas», que es como se dio en llamar a la caza de «enemigos
de clase» o «fascistas», habitualmente civiles, detenidos irregularmente por
grupos de milicianos para ser torturados, encarcelados o asesinados. Lo
llamaban también, más oficialmente, ejecuciones extrajudiciales. Quedó probado
y le costó la pena de muerte al abuelo de Pablo Iglesias, el hecho de haber ido
el 7 de noviembre a la cabeza de una brigada a la casa madrileña de los
marqueses de San Fernando, que eran también de Villafranca. Allí, el grupo de
milicianos preguntó por los marqueses. Fue él quien los identificó para
llevarse a Joaquín Dorado y Rodríguez de Campomanes, marqués de San Fernando, y
a su cuñado, Pedro Ceballos. Fueron trasladados a la checa de la calle
Serrano 43 y en las horas posteriores fusilados en la Pradera de San
Isidro. Con el abuelo del líder de Podemos no iban ni policías ni militares.
Sino personajes tan poco marciales como Manuel Carreiro el Chaparro, Jesús
Yuste el Cojo de los Molletes, Antonio Delgado el Hornachego y
otros dos milicianos de los que solamente se conoce el apodo: el Vinagre y
el Ojo de Perdiz. El abuelo había participado en diversas acciones contra
guardias civiles después fusilados y contra derechistas y católicos también
muertos y heridos. Por todo ello fue condenado a muerte. Pero el franquismo,
Franco en persona, según consta por la firma, conmutó aquella pena de muerte
por una cadena perpetua. Y esa condena de por vida se convirtió al final en
solo cinco años, que es lo único que cumplió por sus crímenes. Pero además,
como a Zapatero, también a Iglesias le encanta, además de restar hechos, añadir
literatura a las peripecias del abuelo. Y eso de que «sufrió la atenta mirada
de la dictadura» debería formularse de otra forma, porque de hecho, nada más
salir de la cárcel, el condenado a muerte cinco años antes tuvo el inmenso
privilegio en aquellos años de miseria de ser colocado en el Ministerio de
Trabajo, en la División de Seguro Obligatorio de Enfermedad. Y gracias a este
espléndido trabajo de plena seguridad en el corazón de la burocracia oficial
del régimen franquista, dio estudios universitarios a sus seis hijos. Lo
extraño en esta trayectoria es que no culminara en una familia que, por
gratitud, se obstinara por mantenerse leal en el búnker franquista. Que no fue
así lo confirma el hecho de que el padre de Pablo Iglesias fuera militante de la
organización terrorista FPAP. Y del propio líder de Podemos se conoce ya su
trayectoria lo suficientemente bien, como para descartar que en algún momento
haya tenido inquietudes políticas, intelectuales o espirituales más allá de la
simple disciplina ideológica comunista”.
Y para terminar, además de recomendar su lectura, el
autor nos dice en este libro, el por qué y el cómo fue posible haber llegado a
la situación tan terrible en la que nos encontramos.
¡Ah!, aprovechamos para decir que Hermann
Tertsch también es autor de otro magnífico libro intitulado “Libelo
contra la secta”, Editorial La Esfera de los Libros, S.L., 2010, 266
páginas. Este libro lo comentaremos próximamente.
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