Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos el recrudecimiento del sistema, tras el atentado contra Lenin sufrido en agosto de 1918.
Después de dicho atentado, la
jefatura soviética, llena de pánico, recrudeció la persecución del terrorismo,
que continuó aplicándose según la situación por la que atravesaba el Estado,
prácticamente hasta la desaparición de la URSS.
Esta persecución del terrorismo,
se hacía “en nombre del proletariado”, implantándose una autoridad, ley,
jerarquía, disciplina dictatoriales, a la par que se creaban impuestos, trabajo
obligatorio, deportaciones a Siberia, cárceles, suplicios, campos de
concentración, fusilamientos y una policía cruel y omnipresente que arrestaba
sin más ni más a quien le diese la gana.
Ni qué decir tiene que las
libertades más elementales desaparecieron del mapa, llegándose a un
autoritarismo extremado.
Zinovief, presidente que fue de la internacional
comunista de 1919 a 1926, y también presidente del soviet de Petrogrado, manifestaba:
“No se puede avanzar con una población de 150.000.000 de habitantes recurriendo sólo a la buena
voluntad. Únicamente una dictadura de hierro puede salvarnos de la miseria y de
la degeneración” ( I )
La pena de muerte estaba a la orden del
día, además de practicarse con auténtica barbarie, como era arrancarle los ojos
al acusado; hacerle cruces en la piel con una bayoneta; cortarle los dedos uno
a uno; romperle los huesos de brazos y piernas; enterrarlo vivo o arrojarlo al
fuego. Estas bestialidades se hacían como “medida
suprema de defensa social”.
Como dato que define todo el terror del
sistema, comentar que como represalia por la muerte de Voikov, embajador
soviético en Polonia, que fue “asesinado
en Varsovia, la temida G.P.U. (luego K.G.B.), sin ningún juicio, en la noche
del 9 al 10 de junio de 1927, masacró veinte rehenes, entre los cuales figuraba
el Teniente Coronel finlandés
Helvengren. El Ministro de Relaciones Exteriores de Finlandia, ordenó a su
representante en Moscú pidiera explicaciones al gobierno ruso por la muerte del
mencionado militar. En la nota-respuesta del gobierno soviético (14 junio 1927)
se lee: ‘Las personas que entran en el territorio
soviético deben saber que no siguen bajo la protección delas leyes de su propio
país y que el código de los soviets, permite la pena de muerte sin juicio” ( I I )
( I ).- “El imperio
soviético”, autor Dionisio R.
Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 104.
( I I ).-
ibídem, página105
En la próxima entrega, continuaremos
viendo cómo la sociedad seguía viviendo
angustiosamente bajo el terror soviético, generando una gran desconfianza entre
la población.
Continuará.
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