Y seguimos con las opiniones de personajes de aquella
nefasta Segunda República, sobre la Revolución de octubre de 1.934.
El republicano Alejandro Lerroux, que a la sazón era
presidente del Gobierno, nos dice en las páginas 173 y 174 de su obra “La
pequeña historia de España 1930-1936”, Editorial Mitre, Barcelona, lo
siguiente:
“El Gobierno que formé y presidí desde el
4 de Octubre de 1934 no había, ni con su programa ni con su acción, dado motivo
ni pretexto alguno para que se alterase o enardeciese el espíritu
revolucionario de las masas trabajadoras. Sin embargo, contra mí y contra mi
Gobierno se produjo la grave rebelión socialista y separatista que se venía
anunciando. ¿Por qué? [...]. Todos se titulaban demócratas y, sin embargo, se
alzaban contra lo que la democracia había legal y legítimamente resuelto. [...]
Si ellos eran demócratas y habían aceptado la legalidad creada y habían acudido
a las urnas, ¿en qué razón o motivo legal, doctrinal o político, se fundaban
para rebelarse contra lo que la democracia había acordado? [...] Otros eran los
móviles que les impulsaron y los propósitos que perseguían [...] El impulso de
aquel movimiento del 34, en el que los bajos instintos de la plebe enardecida
se manifestaron en todo su horror, venía de lejos, se había dado en Rusia, se
transmitía a través de organizaciones internacionales, contaba con el concurso
asalariado de la mayor parte de los miserables que han monopolizado
la dirección del marxismo español”.
En el periódico “La voz de Asturias”, de fecha 24 de
setiembre de 1934, Oviedo, Año X I I – Número 3.571, en la página 8 hay un
artículo intitulado “La revolución a plazo fijo”. En los dos últimos
párrafos se lee:
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