sábado, 4 de mayo de 2019

LXXX aniversario del fin de la Guerra Civil española ( V )



II República: España sin libertad de prensa.


A pesar de que la Constitución republicana decía que nadie podía impedir la libertad de expresión a través de los diferentes medios de comunicación, salvo decisión judicial justificada, lo cierto es que mediante la Ley de Defensa de la República se conculcaba flagrantemente dicha Constitución. Esta Ley se mantuvo en vigor hasta agosto de 1933, pero un mes antes, el 28 de julio, fue promulgada otra ley, Ley de Orden Público, que sustituía a la anterior y que permitía seguir reprimiendo, clausurando, censurando a la Prensa. Bajo la excusa de que cualquier periódico, revista, semanal, etc, podía afectar a la seguridad de la República, se cerraba arbitrariamente cualquier publicación. El ministro de la Gobernación, o el mismísimo presidente del Gobierno Manuel Azaña (ahora tan admirado), clausuraron medios de comunicación cuando les vino en gana.


La suspensión de tales medios era, simplemente, por ser derechistas o críticos con la política del gobierno ¿Qué entendían por libertad y democracia el señor Azaña y sus colaboradores?


Cuando en Agosto de 1932 el general Sanjurjo intentó un golpe de estado sin apoyos, Azaña cerró ciento y pico periódicos. La mentira que se esgrimió fue que tales diarios habían incitado a la rebeldía, cuando la realidad era que ninguno de ellos había publicado ni una triste noticia incitando a tal levantamiento. El odio y la venganza del alcalaíno queda reflejado en las palabras que le dijo al director General de Seguridad: “Tráigame muchas gorras de plato agujereadas”.

El periodista Manuel Bueno decía en 1934 que “el señor Azaña empezó a sentir ese mareo especial que se apoderaba del hombre al contacto del primer éxito, sea en amor, en política o en arte. Los espíritus fuertes se sobreponen fácilmente a los efectos de ese fenómeno y recobran, con la lucidez crítica, la visión exacta de las cosas. Los soberbios se dejan vencer por él, se desolidarizan de todo lo que les rodea y se sitúan de un salto en la región de la infalibilidad, que es el ambiente familiar de los dioses”.

El 15 de abril de 1931, un día después de haberse proclamado la República, es asaltado y destrozado en Málaga el periódico “La Unión Mercantil”, así como el diario católico de Las Palmas “El Defensor”.

No ocurría lo mismo con los periódicos “Heraldo de Madrid” y “La Voz” . El primero decía que los frailes de la Flor “habían disparado contra los obreros”, con lo que se pretendía justificar la reacción del pueblo para incendiar los conventos y edificios religiosos. El segundo diario comentaba que ocurrido no era “más que una maniobra monárquica aprovechada por los elementos enemigos del régimen”. Otros periódicos comentaban que un comité monárquico “compuesto por gentes adineradas y por canónigos, se habían dedicado a repartir hojas subversivas para excitar al pueblo a destruir los edificios religiosos, complicando su programa con anónimos a los conventos y casas particulares”.

Por otra parte “El Socialista” afirmaba: “La reacción ha visto ya que el pueblo está dispuesto a no tolerar. Han ardido los conventos: esa es la respuesta de la demagogia popular a la demagogia derechista”.

La Federación de Sindicatos Únicos catalanes alababa “el gesto magnífico del proletariado y el alto ejemplo de vigor y energía revolucionaria”.

Pero el cierre y censura continuaban. Así “El Debate” fue cerrado una semana y el “ABC” estuvo un mes sin salir a la calle.

La campaña anticlerical del gobierno es denunciada por varios diarios como “La Gaceta del Norte”, de Bilbao, que fue incendiado el 10 de agosto de 1931. Ese mismo mes son cerrados y clausurados los siguientes periódicos: “El Día” y “Easo” de San Sebastián; “El fusil”, “Esperanza”, “Euzcadi”, “La Tarde”, así como el semanario católico “Adelante”, todos de Bilbao.

En Pamplona son cerrados y clausurados también los periódicos “Diario de Navarra”, “Pensamiento Navarro” y “Tradición Navarra”, durante el mes de agosto. Lo mismo les sucedería a “El Tradicionalista” de Valencia, a “La Unión de Sevilla” y al “Diario de la Rioja” de Logroño.

Sin embargo, la prensa republicana, sí que continuaba con ataques que ponían en peligro la seguridad de la República. Así, en “Solidaridad Obrera” se podía leer el 1 de julio de 1931: “Andalucía debe alzarse en plan de guerra, franca y abiertamente . . . La dictadura republicana, obstaculizará con todos los medios crueles que están a su alcance . . .” . El mismo periódico publicaba el 1 de agosto lo siguiente: “los republicanos y socialistas fueron cobardes ante la revolución . . . Desde ahora sabemos que las Cortes Constituyentes están contra el pueblo” .

Se llevaban cuatro meses de República y la situación idílica que nos quieren vender ahora los historieteros, brillaba por su ausencia: ni había paz, ni libertad, ni democracia. Pero sigamos con la libertad de prensa.

En septiembre de 1931, es cerrado en Tolosa el semanario “Tradición Vasca”, lo mismo que el bilbaino “Eizcaltarra”, así como también “La Cruz” de San Sebastián

Durante este mismo mes son suspendidos y clausurados por ser procatólicos el periódico madrileño “El Siglo Futuro”, así como el también bilbaíno “Libertad Vasca”.

También en septiembre el diario “El Defensor” de Las Palmas y el conquense “El Centro”, sufren las consecuencias de la censura republicana, lo mismo que el madrileño “La Correspondencia Militar”.

Ante tanta censura y arbitrariedad, Ortega y Gasset, el 9 de septiembre de 1931 publica en el periódico “Luz” lo siguiente: “Una cantidad inmensa de españoles que colaboraron al advenimiento de la República con su acción, con su voto o con lo que es más eficaz que todo eso, con su esperanza, se dicen ahora, entre desasosegados y descontentos: ¡No es esto!, ¡no es esto!”

En octubre se suspende el periódico “Ejército y Armada”. Son multados “El Correo Catalán” y el valenciano “El Tradicionalista”, lo mismo que “El Noticiero Bilbaino”, “El Noticiero Granadino”, “Nervión”, “Tradición Vasca”. El día 26 fue retirada la edición de “Euzcadi”. Igual suerte corrió “El Pueblo Vasco”.

En noviembre es detenido el director del “Correo Catalán”.

Todo esto ocurrió durante los siete primeros meses de la República. En la próxima entrega seguiremos viendo el cierre y supresión de periódicos duran los años 1932 y 1933.

Continuará.



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