La prensa comunista de Europa no daba crédito a lo que estaba sucediendo: no comprendían cómo Stalin («el padre de tos los pueblos» y el «hombre que más amamos») había firmado un pacto con Hitler. Al principio, mintiendo como de costumbre, la citada prensa decía que el asunto era un acto propagandístico de Goebbels. Pero cuando la cosa era ya pública y notoria, se decía que era una hábil maniobra de Stalin:
«La URSS , el país cuya diplomacia
no ha cesado de reclamar el desarme tanto como era posible, que ha dado al
mundo la política de seguridad colectiva, marca una vez más, y como un
estallido, su voluntad de paz con todos. ¡ Silencio a la jauría antisoviética !
Nos encontramos en vísperas del hundimiento de sus esperanzas.» “Ce soir”, 23 agosto 1939.
«El
movimiento Paz y Libertad está
convencido de que tal pacto no puede más que contribuir a garantizar la paz.» “L'Humanite”, 24 agosto
1939.
En lo que atañe a España, también parece que el asunto se haya querido borrar. No se admite que desde 1937 ya había contactos tanto en Berlín como en Moscú entre nazis y soviéticos. Stephen Koch en su libro “El fin de la Inocencia” (Tusquets Editores, 1977), adelanta esta fecha a diciembre de 1936. Dichos contactos dieron sus frutos en 1938 en España al consentir Stalin la retirada de las Brigadas Internacionales, así como los consejeros militares y políticos soviéticos. Los peces gordos del PCE, José Díaz,
Las Brigadas abandonan España el 15 de Noviembre de 1938. Con tal motivo se celebra un desfile de despedida en Barcelona, en donde
«Razones
políticas, razones de Estado obligan ahora a volver a algunos de
vosotros a vuestra patria y a otros a un exilio forzoso. Podéis marchar
orgullosos. Vosotros sois el heroico ejemplo de la solidaridad y de la
universalidad de la democracia. No os olvidaremos en el olivo de la paz vuelvan
a brotar de nuevo las hojas, mezcladas con los laureles de la victoria,
¡volved!»
(Dolores Ibarruri, exiliada de lujo
en Moscú, ensalzó en su día el pacto nazi-soviético, así como el reparto de
Polonia entre Hitler y Stalin. Cuando murió su hijo Rubén en Stalingrado,
algunos se lo recordaron.
La despedida de los brigadistas culminó con un banquete y baile al que asistieron Rojo, Negrín, Modesto, Líster, Tagüeña, así como el comisario Luigi Gallo. También hubo un festival en el Liceo.
La sintonía que había entre dirigentes comunistas y nazis era patente por aquellas fechas. Basta recordar, por ejemplo, que Francisco Antón, del que se había enamorado
El pacto nazi-soviético duró poco: oficialmente del 23 de Agosto de 1939 al 21 de Junio de 1941, fecha de la invasión de
En otro artículo veremos el avance de las tropas de Hitler, así como la ingente ayuda militar suministrada por Inglaterra, EEUU y Canadá a
Vean en el siguiente vídeo cómo se las gastaba el criminal y asesino Stalin, defendido en su día por un pedante marxista infumable en un articulito publicado en un “periodiquín” que traga todo lo que le echen.
Stalin, el tirano rojo
Continuará.
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