Mentira, cinismo, populismo,
demagogia y logomaquia.
Esta cuadrilla de
impresentables, con la más pura demagogia y logomaquia, además de populismo y
cinismo, nos habla constantemente de la libertad de expresión, pero
automáticamente la pisotean y la amordazan cuando tal libertad critica su
nefasto programa, así como sus intervenciones políticas.
El doble rasero que usa esta
impresentable casta izquierdista, no tiene parangón. Sus insultos y
descalificaciones a la derecha, están a la orden del día.
Como hay que “recuperar la
memoria histórica” zapateril, vamos a ello. ¿Se acuerdan ustedes cuando el socialista
Pedro Castro, alcalde de Getafe, llamó en su día “tontos de los cojones” a los votantes del PP? ¿Recuerdan,
asimismo, cuando la columnista de “El País” llamó “hijos de puta” a diez millones y pico de españoles porque no había
votado al PSOE en las elecciones autonómicas del año 2.003?
¿Recuerdan también cuando el
inefable José Blanco cargó contra los manifestantes por el derecho a la vida,
diciendo aquello de “abortan por la
puerta de atrás”?
Este acoso a la libertad de
expresión no puede permitirse. Da la sensación que estamos en un auténtico
estado gobernado por un poder omnímodo, cuyos valedores son unos auténticos
censores que ya los hubiesen querido para sí los gobiernos marxistas.
Y el asunto llega a su culmen
cuando hace unos días, y como ya sabrán, Pablo Iglesias dijo que, ante las
elecciones del próximo 26 de mayo, “toca
cambiar de fase”, diciendo también que “se
acabó el gobierno de ordeno y mando”.
Como sabrán también, este
tiparraco dijo en su día que “Lenin era
un genio”. Efectivamente sí que lo era, pero del odio, de la mentira y del
terror.
En la obra “El terror bajo Lenin”, escrita por
Jacques Baynac en colaboración con Alexandre Skirda y Charles Urjewicz, libro
comentado en este blog con fecha 23 de enero de 2017, se pueden leer las
siguientes palabras de Lenin: “Cuando la
gente nos censura por nuestra crueldad, nos preguntamos cómo pueden olvidar los
principios más elementales del marxismo”. (Pravda, 26 de Octubre de 1918).
En la página 101, con motivo
de la publicación de un bando por parte del enviado de la checa, K. Lander, en
la población de Kubán y del litoral del Mar Negro, en el apartado 4 se lee:
“En caso de ataque general contra pueblos y ciudades,
nos veremos obligados a aplicar en estas zonas el terror de masas: por cada agente soviético muerto serán ejecutados
centenares de habitantes de estas aldeas y pueblos . . .”.
“La mano vengadora del poder soviético barrerá sin
piedad a todos los enemigos”. Así
terminaba el bando.
En otro libro intitulado “El verdadero
Lenin. El padre legítimo del Gulag, según los archivos secretos soviéticos”,
autor Dimitri Volkogónov, Editorial
Anaya & Mario Muchnik, 1996, comentado
también en este blog con fecha 26 de enero de 2017, refiriéndose a Lenin se lee
en las páginas 150 y 151:
“Nada le era sagrado, excepto la revolución y
el poder. Como Maquiavelo en El Príncipe, sabemos por experiencia que los
mayores asuntos de nuestra época sólo han sido realizados por aquellos que
jamás han intentado ser fieles a un juramento, y que han sabido, llegado el
momento, aplastar a los demás entre los dedos”.
En cuanto a lo de “se acabó el gobierno de ordeno y mando”,
precisamente en los gobiernos comunistas impera el ordeno y mando, ya que
imponen la bota, el bozal, el grillete, el oír, ver y callar, además de anular
el respeto y la libertad. Pero claro, oiga, los “idiotas útiles”, que diría el “genio” Lenin, para algo están.
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