Como
decíamos en nuestro anterior artículo, en este vamos a hablar algo sobre la
reproducción, a la que las feministas llaman “derechos de reproducción y salud sexual”.
Aquí
la falsedad y la falacia ya empiezan por el lenguaje, como se puede ver. Y
decimos lo de falsedad y falacia porque los tales “derechos” son sólo para las
mujeres. Para los hombres nada de nada ¿Dónde está la igualdad? Aquí la
discriminación es notoria. Por tanto, ya no somos iguales ni ante la ley.
Si
una mujer está embarazada y quiere abortar, en virtud de la ley antes
comentada, lo podrá hacer, sin que el padre de la criatura pueda impedirlo. Es
decir: la mujer es la que decide sobre el niño y también sobre el padre. Si
efectivamente esta mujer no quiere al hijo, ¿por qué no se redacta una ley para
que la sancione su “graciosa majestad”, en la que se diga que si la mujer no quiere a su hijo,
que lo deje nacer para que su padre lo cuide?
Ahora
veamos un caso curioso. Un abogado amigo nuestro, nos ha contado un caso en el
que ha tenido que intervenir. Resulta que un hombre golpeó a su mujer que
estaba embarazada, teniendo que enfrentarse a responsabilidades civiles y
penales por daños a la madre y al niño ¿Pero no
quedamos que el no nato es un ser vivo, pero no un ser humano, como dijo en su
día la ministra de “igualdad” del “zapaterato”, Bibiana Aído? En este caso,
claro, “la cosa” ya deja de ser una masa de células o un embrión: ahora es un
ser humano por decisión unilateral de la madre, y el maltratador será
bestialmente sancionado y despreciado con todos los agravantes habidos y por
haber.
Pero
éteme aquí que si la madre decide deshacerse de lo que lleva en su seno, “la
cosa” ya es un embrión, una masa de células, un ser vivo (gato, perro, cabra,
etc) y no pasa absolutamente nada. Y para más INRI, se le facilita la labor. Y
para más INRI también, el padre de “la cosa” tendrá que soportar el peso de la
“ley” si intenta impedir el tal aborto.
Como
se deduce de todo esto, la víctima es la mujer, ya que para eso existe el
principio de “presunción de veracidad de
la víctima”, quedando eliminado el de presunción de inocencia. Como es
sabido, el Tribunal Constitucional, así como el Supremo, han sentado
jurisprudencia sobre el asunto, incluso antes de que se promulgase la “ley de género”
Y
para terminar, vienen luego los aprovechados, entre los que se encuentran ¡cómo
no!, los “artiscejos” . . . Ya saben, las subvenciones estatales son munífices
y generosas. Hay que estar al loro, oiga.
Nota.-
En nuestro anterior artículo les habíamos comentado que hablaríamos del caso
del tenista alemán Boris Becker. La verdad es que es un asunto desagradable y
preferimos omitirlo.
¡Ah!,
nos viene a la memoria un chiste. Encontrándose una mujer embarazada a punto de
dar a luz, le dice el ginecólogo:
.-
Señora, ¿quiere que el padre de la criatura asita al parto?, a lo que ella
responde:
.-
Ni hablar. Se lleva muy mal con mi marido.
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