viernes, 17 de mayo de 2019

Subvenciones, feminismo e incoherencias ( y I I )



Como decíamos en nuestro anterior artículo, en este vamos a hablar algo sobre la reproducción, a la que las feministas llaman “derechos de reproducción y salud sexual”.

Aquí la falsedad y la falacia ya empiezan por el lenguaje, como se puede ver. Y decimos lo de falsedad y falacia porque los tales “derechos” son sólo para las mujeres. Para los hombres nada de nada ¿Dónde está la igualdad? Aquí la discriminación es notoria. Por tanto, ya no somos iguales ni ante la ley.

Si una mujer está embarazada y quiere abortar, en virtud de la ley antes comentada, lo podrá hacer, sin que el padre de la criatura pueda impedirlo. Es decir: la mujer es la que decide sobre el niño y también sobre el padre. Si efectivamente esta mujer no quiere al hijo, ¿por qué no se redacta una ley para que la sancione su “graciosa majestad”, en la que  se diga que si la mujer no quiere a su hijo, que lo deje nacer para que su padre lo cuide?

Ahora veamos un caso curioso. Un abogado amigo nuestro, nos ha contado un caso en el que ha tenido que intervenir. Resulta que un hombre golpeó a su mujer que estaba embarazada, teniendo que enfrentarse a responsabilidades civiles y penales por daños a la madre y al niño ¿Pero no quedamos que el no nato es un ser vivo, pero no un ser humano, como dijo en su día la ministra de “igualdad” del “zapaterato”, Bibiana Aído? En este caso, claro, “la cosa” ya deja de ser una masa de células o un embrión: ahora es un ser humano por decisión unilateral de la madre, y el maltratador será bestialmente sancionado y despreciado con todos los agravantes habidos y por haber.

Pero éteme aquí que si la madre decide deshacerse de lo que lleva en su seno, “la cosa” ya es un embrión, una masa de células, un ser vivo (gato, perro, cabra, etc) y no pasa absolutamente nada. Y para más INRI, se le facilita la labor. Y para más INRI también, el padre de “la cosa” tendrá que soportar el peso de la “ley” si intenta impedir el tal aborto.

Como se deduce de todo esto, la víctima es la mujer, ya que para eso existe el principio de “presunción de veracidad de la víctima”, quedando eliminado el de presunción de inocencia. Como es sabido, el Tribunal Constitucional, así como el Supremo, han sentado jurisprudencia sobre el asunto, incluso antes de que se promulgase la “ley de género”

Y para terminar, vienen luego los aprovechados, entre los que se encuentran ¡cómo no!, los “artiscejos” . . . Ya saben, las subvenciones estatales son munífices y generosas. Hay que estar al loro, oiga.

Nota.- En nuestro anterior artículo les habíamos comentado que hablaríamos del caso del tenista alemán Boris Becker. La verdad es que es un asunto desagradable y preferimos omitirlo.

¡Ah!, nos viene a la memoria un chiste. Encontrándose una mujer embarazada a punto de dar a luz, le dice el ginecólogo:

.- Señora, ¿quiere que el padre de la criatura asita al parto?, a lo que ella responde:
.- Ni hablar. Se lleva muy mal con mi marido.



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