Las feministas, y los
“feministos”, repiten como guacamayos que son discriminadas en todos los
terrenos. La verdad es que es mentira. Lo único que pretenden es que se
impongan sus modos y sus criterios con el fin de conseguir una serie de
privilegios, por no decir otra cosa, privilegios de los que disfrutan sin dar
golpe y que, además, les permite cobrar muníficas subvenciones a costa del
pueblo soberano.
Hay incoherencia e
incongruencia en todas estas feministas, empezando por su más empecinada
representante en los tiempos del “zapaterato”: María Teresa Fernández de la Vega , “alias” vicepresidenta
primera del gobierno que, como ya es sabido, se fue a África en su día para,
entre otras cosas, luchar contra la ablación de clítoris. Y sin embargo, le gustaba
salir en la foto con la premio Nobel Wangari Maathai, animadora, propulsora y
defensora de la tal ablación
Estas feministas dicen que
están discriminadas en el trabajo. Mentira. Sólo hay que dar un vistazo y ver quién
y quiénes trabajan en las tareas laborales con alto índice de accidentes, sean
o no mortales: hombres, que tienen prácticamente monopolizados los accidentes
laborales. Que miren a ver si ocupan puestos en la construcción, en la
navegación pesquera, en la mina, etc ¿O será que prefieren trabajos gratos y
cómodos dentro de un edificio con cafetera, máquinas expendedoras de bebidas,
calefacción, aire acondicionado, horarios flexibles, etc?
Un asunto curioso sobre la
tal discriminación es el caso de los bomberos. La “casta” feminista exigía, y
exige, que las pruebas de acceso al cuerpo sean “menos exigentes” refiriéndose,
obviamente, a las pruebas físicas. Miren ustedes: hemos visto subir por la
escalera a bomberos con una gigantesca manguera hasta el piso 21 de un
edificio. Esto no lo puede hacer una mujer, a no ser que se le ponga una
manguera de menos peso y de distinto material, lo que probablemente traería el
reventón de la fémina manguera. Además, ¿no se quiere igualdad? Pues las
pruebas tendrán que ser iguales por simple coherencia, porque si se hace lo que
ellas piden, entonces el discriminado será el hombre.
Hay muchas cosas que estas
feministas callan, bien por mala fe o por ignorancia. Que den un vistazo a los
premios que se reparten en el tenis. Verán que están igualados, y en algunos
casos, las mujeres cobran más que los hombres. Y también callan que el nivel de
juego y la duración de los partidos son muy distintos. Si quieren igualdad, que
jueguen torneos mixtos.
Pero el tema más manoseado y
falsificado, es el de la reproducción. Aquí la cosa ya resulta esperpéntica. Lo
veremos en otro artículo. Y veremos el caso del tenista alemán Boris Becker,
que ustedes seguramente recordarán.
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