domingo, 12 de mayo de 2019

Memoria histórica: Noreña



Como siguen bombardeándonos con lo de la “memoria histórica”, nosotros también vamos a “recuperarla”. Transcribimos una noticia aparecida en el diario “La Nueva España” con fecha 1 de diciembre de 1.937, refiriéndose al pueblo asturiano de Noreña. Dice así:

“Noreña. Quince meses de terror bajo el yugo marxista. Ambiente de tristeza – Mujeres que lloran – Un pueblo abrumado por el dolor.

Han pasado quince meses de terror, de desbordamiento de la fiera, de matanzas sin cuento. Nosotros hemos estado primeramente, ocultos a los ojos de los esbirros marxistas; luego en la cárcel, sufriendo vejaciones, privaciones, y aunque parezca paradójico, hasta un fusilamiento que se frustró por milagro; más tarde, trabajando en fortificaciones, en carreteras, en fábricas, siempre bajo la pertinaz vigilancia de los fusileros y viendo caer a nuestro lado hermanos inocentes, y por último, haciendo de antiaéreos en la ya famosa prisión flotante del Musel, a borde del siniestro “Luis Caso de los Cobos”, donde hemos aprendido a saber lo que era hambre, sed, frío, vejación, enfermedad, y de él hemos salido con vida porque Dios, en su misericordia, así lo dispuso.

Después de estos quince meses de angustia mortal para todos, en los que la blasfemia y el lenguaje soez eran gala de nuestros perseguidores, hemos vuelto con honda emoción a pisar esta tierra querida de nuestro pueblo, el suelo de esta desventurada villa, donde se ha desarrollado sangrientos episodios que le dan un aspecto de soledad, de tristeza, de agonía, porque son muchos los noreñenses que faltan, , son muchas las personas amigas,, las personas buenas que han caído en manos de la chusma.

Aquí hemos encontrado multitud de personas enlutadas que llevan en su semblante huellas de pánico, huellas de dolor; hemos visto madres que lloran por sus hijos, mujeres que lloran por sus esposos . . .
A unas y a otras hemos pretendido prodigar consuelos en estos momentos en que el dolor se renueva sangrante en sus corazones torturados, al ver regresar con las “banderas victoriosas al paso alegre de la paz” a otros noreñenses, a otros hermanos más afortunados que ha sobrevivido a la gran catástrofe; pero más que palabras, hemos escuchado sollozos por los seres queridos que la fiera marxista, sedienta de sangre inocente, sacrificó con crueldad  y con refinamiento por el enorme delito de ser católico, de ser honrados, de ser buenos.

En el porcentaje de muertos y encarcelamientos, puede decirse que Noreña fue el  pueblo más sañudamente perseguido, más duramente castigado. Por eso, al volver ahora, lo hemos encontrado tan triste, tan apenado, tan abrumado por el dolor”.

El artículo está firmado por Amaro MONTE



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