martes, 22 de enero de 2019

“Tini” Areces



Como ya saben, hace unos días falleció el “excelentísimo señor” y “guerrero”, Vicente Álvarez Areces, al que le llamaban “Tini”. Vamos a comentar y transcribir lo que de él, así como de José Ángel Fernández Villa, dice Antón Saavedra, afiliado a UGT y PSOE, nada sospechoso de fascista, en su libro “Secuestro del socialismo”, Editorial  Libroslibres, 2004, 472 páginas, incluido “Índice Onomástico”.

El libro consta de XXXVIII capítulos que, aunque los primeros están dedicados básicamente a la política, la obra puede decirse que se centra y que está dedicada a la corrupción, dando nombre y apellidos de todas las personas que se aprovecharon y fomentaron dicha corrupción.

Merece especial mención las páginas dedicadas a “Tini” Areces y a José Ángel Fernández Villa. Al primero lo califica de chaquetero, “corrupto y baboso”, mientras que al segundo lo tilda nada más y nada menos que chivato de sus compañeros, ya que, según Saavedra, Fernández Villa era “un topo infiltrado” a las órdenes de Carrero Blanco, página 59.

En la página 76 se lee:

“Baste señalar, como botón de muestra, el caso del asturiano, Vivente Álvarez Areces, Tini: después de encabezar la rebelión con su grupo de profesionales en lo que se conoció como la crisis de Perlora en Asturias – una de las organizaciones comunistas más sólidamente implantadas en el marco del Estado y el escenario donde comenzó la operación de sabotaje que luego se extendería a todo el país – no volvería a apearse del coche oficial desde que el felipismo ocupara las poltronas del gobierno, todo ello, claro está,  al margen de sus millonarias percepciones en concepto de su pertenencia a consejos bancarios y eléctricos y otros más turbios negocios, aún sin explicar al pueblo asturiano, a pesar de ser requerido en múltiples ocasiones por el Parlamento”.

En las páginas 311 y 312, dentro del Capítulo 28 intitulado “El MALL entra en las Cajas”, nos habla Saavedra de cuando en el año 1987 “Areces ocupó la poltrona municipal del Ayuntamiento de Gijón y la vicepresidencia de la Caja de Ahorros de Asturias en virtud de la alcaldía gijonesa que había alcanzado”.

Y sigue:

“Este marxista –leninista, hijo de un guardia civil adscrito a la brigadilla asturiana, con el carnet número 3 de Fuerza Nueva, que en 1978 había encabezado en Asturias el camino para romper, desde dentro, el partido comunista del comité central del cual era miembro tal y como se había planificado desde el PSOE, enseguida aprendió las lecciones aceleradas de su El Capital particular, y siendo perfectamente consciente de las muchas ventajas que le reportaría un asiento en el Consejo de la Banca -  sin olvidar, claro está,  otras ventajas vinculadas a la representación de la misma en otras sociedades y algunos beneficios más intangibles, como información sobre la economía , las empresas y las personas – se puso manos a la masa y montando en su caballo asturcón, cabalgó y cabalgó hasta llegar a la plaza de la Escandalera de Oviedo para hacerse cargo de la Caja, el único banco asturiano donde todos los asturianos somos accionistas: Desde allí defenderé mejor los intereses de Gijón, decía un radiante y baboso Areces cuando se vio sentado al lado del becerro de oro . . .”

En las páginas 312 y 313, nos dice Saavedra:

“Y como no podía ser de otra manera, entrar a formar parte de aquella onorata societá de la ‘cosa nuestra’, que había prometido cambio, llevaba implícito el ingreso en el club de ‘las tres ces’; esto es,  el cambio de Compañera, Coche y Casa, por lo que contrajo matrimonio en segundas nupcias con Soledad Saavedra, llevándola montada en su nuevo y lujoso coche hasta la remodelada vivienda de lujo de 174 m2 , adquirida en el mes de julio de 1.990, que ocupa los números 24 del Paseo de Begoña y 2 de la Plaza de Piñole, de la villa de Gijón.

Esta vivienda era propiedad de Carlos Martínez Acebal, uno de los socios de Centro Parking, el polémico aparcamiento subterráneo de la Plaza 6 de Agosto, cuya licencia se otorgó gracias al voto de calidad de Areces como alcalde de Gijón. Este industrial (que también era propietario de la empresa Marace, dedicada a los saneamientos gijoneses) recibió los 32 millones del importe estipulado en dos cheques gemelos que ingresó en su cuenta de la oficina principal de la Caja de Ahorros de Gijón, aunque su valor escriturado es de 16 millones de pesetas, que cubrió con un préstamo de 14 millones de pesetas concedido por Oscar Granada Noval, en su calidad de jefe apoderado de la Caja de Ahorros ¿Era consciente el alcalde Areces de que la falsedad en documento público es delito más que suficiente para la inhabilitación a perpetuidad de cualquier actividad política? ¿Se acordará Areces cuando siendo alcalde denunció ante los Tribunales a un modesto trabajador que le recriminaba desesperadamente mientras le reclamaba una vivienda en la barriada de La Camocha?”

En la página 319, como consecuencia de las tropelías cometidas en la Caja de Ahorros de Asturias, para transformarla “en otra verdadera cueva de Alí Babá”, el autor no sólo arremete contra Areces, sino contra los comunistas, en las personas de Llamazares y Valledor. Se lee:

“Sí, señor Llamazares, ustedes, los del Partido Comunista, también. Se erigió usted, precisamente usted, en el ‘Rasputín tabernario’ que condujo aquel atentado democrático para frenar la puesta en marcha de aquella comisión investigadora que ustedes mismos, seguro que forzados por otras circunstancias, habían votado hipócritamente a favor unos meses antes.

¿Qué cuestiones inconfesables tenían que ocultar al haber sido, por acción u omisión, cómplices de los escándalos de la Caja cuando estaban sentados en la misma mesa del Consejo, más concretamente, entre los siete u ocho miembros que conformaban su comité ejecutivo, donde la ‘familia areccina’ decidía aquellas tropelías contra el pueblo asturiano? ¿A qué se referirían usted y su compañero de escaño, el señor Valledor, cuando, habiéndoles entregado un amplio dossier  documentado con sus correspondientes auditorías sobre los sucios asuntos de la Caja, me contestaron: ‘Mejor no meneallo Antón, porque podemos salir escaldados?’. Tal y como les había vaticinado por escrito, así les fue a ustedes en las siguientes elecciones, en donde, no sólo pusieron la alfombra para que su patrón de Gijón, Tini Areces, se sentara en el sillón presidencial de Suárez de la Riva, sede del Gobierno asturiano, desde donde con la mano se alcanza mejor la Plaza de la escandalera, sino para que ustedes, disfrazados bajo las siglas de IU, sufrieran una estrepitosa derrota que les coloca en un mero testimonio de lo que era el Partido Comunista de Asturias.
En efecto, lo primero que hizo Areces nada más llegar al Gobierno fue encargar la fabricación de un decreto para cesar fulminantemente a Manuel Menéndez como presidente de Cajastur, sustituyéndolo por otro amigo suyo en las conspiraciones comunistas, Paulino García Suárez, que de ocupar un puesto en la Comisión nacional de Mercado de valores pasó a desempeñar el denigrante papel de mamporrero del capo Areces . . .”

En fin, no seguimos. Creemos que con esto escrito en este libro por el señor Saavedra, libro que recomendamos leer, quedan muchas cosas aclaradas, a pesar de que se intentan ocultarlas. Lo peor del asunto es que aún andan por ahí sacando pecho, y que aún también haya gente que les sigue votando.

Nota.- Aclarar que “Tini” Areces ingresó en el PCE en 1962, cambiando la chaqueta al PSOE en 1978.




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