Como ya saben, hace unos días falleció el
“excelentísimo señor” y “guerrero”, Vicente Álvarez Areces, al que le llamaban
“Tini”. Vamos a comentar y transcribir lo que de él, así como de José Ángel Fernández
Villa, dice Antón Saavedra, afiliado a UGT y PSOE, nada sospechoso de fascista,
en su libro “Secuestro del socialismo”,
Editorial Libroslibres, 2004, 472
páginas, incluido “Índice Onomástico”.
El libro consta de XXXVIII capítulos
que, aunque los primeros están dedicados básicamente a la política, la obra
puede decirse que se centra y que está dedicada a la corrupción, dando nombre y
apellidos de todas las personas que se aprovecharon y fomentaron dicha
corrupción.
Merece especial mención las páginas
dedicadas a “Tini” Areces y a José Ángel Fernández Villa. Al primero lo
califica de chaquetero, “corrupto y
baboso”, mientras que al segundo lo tilda nada más y nada menos que chivato
de sus compañeros, ya que, según Saavedra, Fernández Villa era “un topo infiltrado” a las órdenes de
Carrero Blanco, página 59.
En la página 76 se lee:
“Baste señalar, como botón de muestra, el caso del asturiano,
Vivente Álvarez Areces, Tini: después de encabezar la rebelión con su grupo de
profesionales en lo que se conoció como la crisis
de Perlora en Asturias – una de las organizaciones comunistas más
sólidamente implantadas en el marco del Estado y el escenario donde comenzó la
operación de sabotaje que luego se extendería a todo el país – no volvería a
apearse del coche oficial desde que el felipismo ocupara las poltronas del
gobierno, todo ello, claro está, al
margen de sus millonarias percepciones
en concepto de su pertenencia a consejos bancarios y eléctricos y otros más
turbios negocios, aún sin explicar al pueblo asturiano, a pesar de ser
requerido en múltiples ocasiones por el Parlamento”.
En las páginas 311 y 312, dentro del
Capítulo 28 intitulado “El MALL entra en
las Cajas”, nos habla Saavedra de cuando en el año 1987 “Areces ocupó la poltrona municipal del
Ayuntamiento de Gijón y la vicepresidencia de la Caja de Ahorros de Asturias en
virtud de la alcaldía gijonesa que había alcanzado”.
Y sigue:
“Este marxista –leninista, hijo de un guardia civil adscrito a
la brigadilla asturiana, con el carnet número 3 de Fuerza Nueva, que en 1978
había encabezado en Asturias el camino para romper, desde dentro, el partido
comunista del comité central del cual era miembro tal y como se había
planificado desde el PSOE, enseguida aprendió las lecciones aceleradas de su El Capital particular, y siendo
perfectamente consciente de las muchas ventajas que le reportaría un asiento en
el Consejo de la Banca - sin olvidar,
claro está, otras ventajas vinculadas a
la representación de la misma en otras sociedades y algunos beneficios más
intangibles, como información sobre la economía , las empresas y las personas –
se puso manos a la masa y montando
en su caballo asturcón, cabalgó y cabalgó hasta llegar a la plaza de la
Escandalera de Oviedo para hacerse cargo de la Caja, el único banco asturiano
donde todos los asturianos somos accionistas: Desde allí defenderé mejor los intereses de Gijón, decía un
radiante y baboso Areces cuando se vio sentado al lado del becerro de oro . .
.”
En las páginas 312 y 313, nos dice
Saavedra:
“Y como no podía ser de otra manera, entrar a formar parte de
aquella onorata societá de la ‘cosa
nuestra’, que había prometido cambio, llevaba implícito el ingreso en el club
de ‘las tres ces’; esto es, el cambio de
Compañera, Coche y Casa, por lo que contrajo matrimonio en segundas nupcias con
Soledad Saavedra, llevándola montada en su nuevo y lujoso coche hasta la remodelada
vivienda de lujo de 174 m2 , adquirida en el mes de julio de 1.990,
que ocupa los números 24 del Paseo de Begoña y 2 de la Plaza de Piñole, de la
villa de Gijón.
Esta vivienda era propiedad de Carlos Martínez Acebal, uno de
los socios de Centro Parking, el polémico aparcamiento subterráneo de la Plaza
6 de Agosto, cuya licencia se otorgó gracias al voto de calidad de Areces como
alcalde de Gijón. Este industrial (que también era propietario de la empresa
Marace, dedicada a los saneamientos gijoneses) recibió los 32 millones del
importe estipulado en dos cheques gemelos que ingresó en su cuenta de la
oficina principal de la Caja de Ahorros de Gijón, aunque su valor escriturado
es de 16 millones de pesetas, que cubrió con un préstamo de 14 millones de
pesetas concedido por Oscar Granada Noval, en su calidad de jefe apoderado de
la Caja de Ahorros ¿Era consciente el alcalde Areces de que la falsedad en
documento público es delito más que suficiente para la inhabilitación a
perpetuidad de cualquier actividad política? ¿Se acordará Areces cuando siendo
alcalde denunció ante los Tribunales a un modesto trabajador que le recriminaba
desesperadamente mientras le reclamaba una vivienda en la barriada de La
Camocha?”
En la página 319, como consecuencia de
las tropelías cometidas en la Caja de Ahorros de Asturias, para transformarla “en otra verdadera cueva de Alí Babá”,
el autor no sólo arremete contra Areces, sino contra los comunistas, en las
personas de Llamazares y Valledor. Se lee:
“Sí, señor Llamazares, ustedes, los del Partido Comunista,
también. Se erigió usted, precisamente usted, en el ‘Rasputín tabernario’ que
condujo aquel atentado democrático para frenar la puesta en marcha de aquella
comisión investigadora que ustedes mismos, seguro que forzados por otras
circunstancias, habían votado hipócritamente a favor unos meses antes.
¿Qué cuestiones inconfesables tenían que ocultar al haber sido,
por acción u omisión, cómplices de los escándalos de la Caja cuando estaban
sentados en la misma mesa del Consejo, más concretamente, entre los siete u ocho
miembros que conformaban su comité ejecutivo, donde la ‘familia areccina’ decidía aquellas tropelías contra el pueblo
asturiano? ¿A qué se referirían usted y su compañero de escaño, el señor
Valledor, cuando, habiéndoles entregado un amplio dossier documentado con sus correspondientes
auditorías sobre los sucios asuntos de la Caja, me contestaron: ‘Mejor no meneallo Antón, porque podemos
salir escaldados?’. Tal y como les había vaticinado por escrito, así les
fue a ustedes en las siguientes elecciones, en donde, no sólo pusieron la
alfombra para que su patrón de Gijón, Tini Areces, se sentara en el sillón
presidencial de Suárez de la Riva, sede del Gobierno asturiano, desde donde con
la mano se alcanza mejor la Plaza de la escandalera, sino para que ustedes,
disfrazados bajo las siglas de IU, sufrieran una estrepitosa derrota que les
coloca en un mero testimonio de lo que era el Partido Comunista de Asturias.
En efecto, lo primero que hizo Areces nada más llegar al
Gobierno fue encargar la fabricación de un decreto para cesar fulminantemente a
Manuel Menéndez como presidente de Cajastur, sustituyéndolo por otro amigo suyo
en las conspiraciones comunistas, Paulino García Suárez, que de ocupar un
puesto en la Comisión nacional de Mercado de valores pasó a desempeñar el
denigrante papel de mamporrero del capo Areces . . .”
En fin, no seguimos. Creemos que con esto
escrito en este libro por el señor Saavedra, libro que recomendamos leer, quedan
muchas cosas aclaradas, a pesar de que se intentan ocultarlas. Lo peor del
asunto es que aún andan por ahí sacando pecho, y que aún también haya gente que
les sigue votando.
Nota.- Aclarar que “Tini” Areces ingresó
en el PCE en 1962, cambiando la chaqueta al PSOE en 1978.
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