Dios existe o no existe. Visto así, parece que el asunto está al 50 %. Pero al 50 % está también la posibilidad de que una persona encuentre un millón de euros desde su casa al trabajo: o lo encuentra o no lo encuentra. Al 50 % está también el sexo de una persona en gestación: o es hombre o es mujer.
Para solucionar estos dos últimos ejemplos, tenemos que recurrir, obviamente, a la estadística. Y ésta nos dice que hay una probabilidad bajísima, prácticamente nula, de que una persona encuentre el millón de euros. En cuanto al segundo ejemplo, la estadística nos dice que el asunto no está tampoco al 50 %: en unos sitios nacen más mujeres que hombres y en otros al revés.
Pero para la existencia de Dios no tenemos estadísticas. La única “estadística” es la que nos dice que ninguna cosa puede dar el ser a sí mismo.
Entonces hagamos lo de que decía Blas Pascal que, entre otras cosas, fue el inventor del Cálculo de Probabilidades: “O hay Dios, o no la hay. Si lo hay, pero apuesto que no lo hay, me arriesgo a perderlo todo (ir al infierno). Si no lo hay, pero vivo como si hubiese un Dios, no pierdo nada y tengo una vida virtuosa. Me sale a cuenta vivir creyendo en Dios”.
Pero, claro, luego vienen los “científicos” marxistas, ya saben, esos de la hybris intelectualista que, de forma pedante, presumen de tener una visión privilegiada sobre el mundo, “demostrándonos” científicamente que Dios no existe. El resultado empírico ya lo sabemos: una moral arbitraria que ha llevado a los países marxistas ateos a su desaparición.
Pero es igual: ellos siguen erre que erre.
Para solucionar estos dos últimos ejemplos, tenemos que recurrir, obviamente, a la estadística. Y ésta nos dice que hay una probabilidad bajísima, prácticamente nula, de que una persona encuentre el millón de euros. En cuanto al segundo ejemplo, la estadística nos dice que el asunto no está tampoco al 50 %: en unos sitios nacen más mujeres que hombres y en otros al revés.
Pero para la existencia de Dios no tenemos estadísticas. La única “estadística” es la que nos dice que ninguna cosa puede dar el ser a sí mismo.
Entonces hagamos lo de que decía Blas Pascal que, entre otras cosas, fue el inventor del Cálculo de Probabilidades: “O hay Dios, o no la hay. Si lo hay, pero apuesto que no lo hay, me arriesgo a perderlo todo (ir al infierno). Si no lo hay, pero vivo como si hubiese un Dios, no pierdo nada y tengo una vida virtuosa. Me sale a cuenta vivir creyendo en Dios”.
Pero, claro, luego vienen los “científicos” marxistas, ya saben, esos de la hybris intelectualista que, de forma pedante, presumen de tener una visión privilegiada sobre el mundo, “demostrándonos” científicamente que Dios no existe. El resultado empírico ya lo sabemos: una moral arbitraria que ha llevado a los países marxistas ateos a su desaparición.
Pero es igual: ellos siguen erre que erre.
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