Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos que, frente a las promesas del sistema de igualitarismo, el pueblo quedó bajo la total y absoluta voluntad de los gobernantes.
A
pesar de todas las mudanzas teóricas del sistema, la barbarie sanguinaria
campaba por sus respetos. En vez de las grandes “transformaciones” que el
pueblo esperaba por mor de las promesas del “igualitarismo”, se instaló una
auténtica tiranía de férrea disciplina que implicaba y obligaba a una total y
absoluta sumisión a la voluntad de la “nomenklatura”, ya que “la revolución lo
legaliza todo”, frase esta muy ad hoc con la de Bakunin “el
fin justifica los medios”
Dzerjinsky,
sujeto sanguinario y presidente de la temible
y sanguinaria “Tcheka”, resume lacónicamente lo que los soviets deben
hacer a sangre y fuego para conseguir sus objetivos políticos: “Nosotros
representamos el terror organizado. No concedemos cuartel” ( I ). También Lenin apostillaba: “Es
moral todo lo que resulta útil al partido comunista”. “La crápula nos puede ser
útil precisamente porque es crápula”
( I )
Latzis,
miembro del Comité Revolucionario Militar y presidente de la “Tcheka” de Ukrania, tampoco se quedaba
atrás. Decía: “La Tcheka jamás juzga a sus enemigos: ella los abate
sin piedad y suprime al que no está con ella del mismo lado de la barrera”. Y
sigue: “Nosotros no luchamos
contra los individuos en particular, nosotros exterminamos a la
burguesía como clase. No busquéis en la investigación, ni documentos ni pruebas
sobre lo que el acusado ha hecho contra la autoridad soviética. Lo primero que
vosotros le tenéis que
preguntar
es a qué clase pertenece, cuál es su origen, su educación, su instrucción, su
profesión” ( I )
Zinovief,
que junto a Stalin y Kamenev, formó el triunvirato directivo de la URSS tras la
muerte de Lenin, también era un auténtico monstruo. Decía: “Nosotros
necesitamos jefes que sientan contra la burguesía un odio mortal, que organicen
y preparen al proletariado a una lucha implacable, que no duden de emplear los
medios más violentos contra todos aquellos que estorben en el camino. Es la
guerra civil más encarnizada que jamás ha conocido la historia universal” ( I )
Por
otra parte, el que fuera Comisario de Instrucción Pública del monstruoso Lenin,
y posteriormente embajador en España durante la II República, Anatoli
Lunatcharsky, decía: “Es necesaria una
represión implacable, suprimiendo todo sentimentalismo” ( I )
Conviene
recordar que este sujeto fue el organizador del “Juicio del Estado Soviético
contra Dios”,
acto que tuvo lugar a comienzos del año 1918 y que duró más de cinco horas.
Para los “fiscales” bolcheviques “Dios era culpable de genocidio”. En fin, sin comentarios.
Como
puede verse, todo lo visto son cosas que la conciencia humana no admite y
repudia, demostrándose que aquel sistema soviético se desarrolló al margen de
la civilización. No hizo falta ninguna guerra para destruirlo. Él mismo cayó
carcomido.
( I ).- “El imperio
soviético”, autor Dionisio R.
Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 102.
En la próxima entrega veremos
el recrudecimiento del sistema, tras el atentado contra Lenin sufrido en agosto
de 1918.
Continuará.
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