martes, 27 de diciembre de 2022

El derrumbe de la URSS ( I I I )


 Como decíamos en la anterior entrega, en ésta veremos  las instrucciones que se dieron en el año 1929, a los  “sindicatos” y a los niños.

El órgano oficial de los sindicatos obreros de la URSS, dictó unas instrucciones el 30 de agosto de 1929. Decía así:

“Hay que reforzar nuestra potencia militar, nuestra capacidad de defensa. No se puede alcanzar esto más que organizando en grande, en todas las empresas, la propaganda y la instrucción militar para todos los trabajadores. La actividad militar debe estar en el centro mismo de la educación y de la instrucción de las masas obreras. Todo obrero, toda obrera,  debe conocer el oficio militar” ( I ).

Por otra parte, el 14 de agosto de ese mismo año aparecen también las siguientes instrucciones:

“El 23 de agosto 7.000 Boy-Scouts comunistas, serán en el Campo de Octubre, huéspedes de los soldados del ejército rojo. El Estado Mayor de la División Proletaria ha designado 70 soldados para que relaten a los niños las guerras civiles y recuerden los momentos más emocionantes de su vida militar. Los campos estarán adornados con distintas banderas. La división hará en presencia de los niños un simulacro de combate, con participación de tanques, de aeroplanos y de artillería. Tomarán parte también en la demostración, 3.000 antiguos Boy-Scouts. Al final del combate harán uso de la palabra miembros del consejo militar revolucionario de la URSS” ( I )

En próximas entregas veremos algo sobre el terror soviético, la carencia de libertad, cárceles y campos de concentración, barbarie, la ofensiva contra la religión cristiana, como si de la antigua Roma se tratase con aquello de “nova et maléfica” (nueva y maléfica); de “strana et illicita” (extraña e ilícita); “prava et inmódica” (malvada y desenfrenada); “desestabilis” (detestable); “tenebrosa et lucífuga” (tenebrosa y enemiga de la luz), o la famosa frase de “christianos esse non licet” (no está permitido ser cristiano)

( I ).- “El imperio soviético”,  autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, páginas 86.

Continuará.



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