Prácticamente nadie habla, salvo
honrosas excepciones, del derrumbe de la URSS, que tuvo lugar oficialmente el
día de Navidad de 1991. Vamos a dedicar una serie de entregas a este asunto.
Para empezar diremos que la
propaganda comunista era, y es, tan enorme, que allá por los años treinta del
siglo pasado, cuando sólo se llevaban quince años de comunismo en esta
derrumbada URSS, aquí en España, en plena República, había fotografías de Lenin
Stalin, Vorochilov , etc, por todos los
sitios, además de los gritos frecuentes de “¡Viva
la URSS”, o de crearse la asociación “Amigos de la Unión Soviética”,
asociación fundada en Madrid el 11 de
febrero de 1933. La ceguera era tal que, por poner un ejemplo, llevó a Antonio
Cipriano José María Machado Ruíz (Antonio Machado) a decir aquello de “Moscú es hoy el foco activo
de la historia (...) La Rusia actual, la gran República de los Soviets, va
ganando de día a día la simpatía y el amor de los pueblos, porque toda ella
está consagrada a mejorar la condición humana”. También dijo, aunque nada tenga que ver con
lo que estamos tratando, “Estimo oportuno
combatir a la Iglesia Católica”.
La verdad es que todas las
dictaduras comunistas, para realizar su “programa social”, están basadas y
amparadas por un omnipotente y opresor estado, que a su vez está sostenido y
apoyado por unas fuerzas armadas impensables en la nación más poderosa que uno
se pueda imaginar aunque, como ya es sabido, el odio que extiende el comunismo
por todo el mundo contra todo lo que huela a cuestiones militares, sigue
vigente
Repasemos un poco la historia.
Los políticos rusos que durante el año 1917 decretaron la supresión de todo
tipo de signos militares y de graduaciones, diciendo que toda la autoridad
pertenecía totalmente a los “soviets”, sin embargo, y desde el gobierno, con la
excusa cínica y mentirosa del regreso del zarismo, impusieron y repusieron la
jerarquía con un severísimo rigor y una absoluta disciplina. A tal fin, Trotsky
escribía en el periódico “Izvestia”, fundado en marzo de 1917 en San
Petersburgo (Leningrado durante la dominación comunista), lo siguiente:
“Nosotros reconocemos que nuestro ejército no corresponde
a nuestros principios, pero no había otra solución, otro camino a seguir para
conservar el poder” ( I )
Los oficiales eran todos
comunistas, como no podía ser de otra manera. Durante el tiempo de instrucción
de la tropa, los cuarteles eran auténticas escuelas de educación
político-militar, siendo el ejército el más destacado defensor de la doctrina
comunista.
Había tres ejércitos: el federal,
el territorial y el de instrucción. Según la pertenencia a estos ejércitos, el
tiempo de servicio era distinto, siendo en el ejército federal, rama de flota
de guerra y aviación, el que más duraba: cuatro años.
Para mantener dichos ejércitos y
“justificar” sus efectivos, siempre se recurría a la misma monserga: inminente
ataque militar del mundo capitalista con el objeto de destruir sus fábricas y
hacer imposible “el porvenir radiante de la Humanidad”.
No cabe duda de que el
mantenimiento de estos ejércitos costaba una verdadera fortuna al estado
soviético, a la vez que creaba preocupaciones y miseria en el pueblo.
( I ).- “El imperio soviético”, autor Dionisio R. Napal, Editorial Stella
Maris, Buenos Aires setiembre de 1932, página 82.
Continuará.
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