Por enésima vez, volvemos al tema de la televisión-basura.
Efectivamente, basura es toda esa programación lerda que no hace más que explotar los sentimientos y resortes más bajos del “pueblo soberano”. Para eso está la libertad, oiga, libertad que no tiene ni rubor propio ni ajeno, amén de otras cosas. Pero, claro, ahora con esta “libertad” hay morbo por doquier, sadomasoquismo en los “concursos”, algunos presentados y dirigidos por gente estulta e ignorante, explotación del sexo, etc, denotando todo ello la más supina ignorancia y estulticia.
Esta
telebasura demuestra que ese supuesto interés por la “kurtura”, no es más que
una farsa, aunque, claro, el aparato propagandístico de lo políticamente
correcto no nos lo dice. Este aparato propagandístico, culpable en buena parte
de la miseria cultural de esta impresentable España, es una auténtica máquina
que lo arrolla todo con tal de ganar votos y voluntades, con lo que está consiguiendo
aborregar al “pueblo soberano”.
Sí, vivimos tiempos
de aborregamiento. Ahí están los “mass-media” bombardeando constantemente con
las vidas de “famosos”, “artiscejos”, “personajes célebres” y demás troupe. No
digamos ya nada de la morfina del pueblo: el “furbo”.
Por otra
parte, de forma subliminal, se están atacando las libertades de todo tipo, ya
sean religiosas y de expresión. Y lo peor es que no se reacciona debidamente
contra todo esto. El interés por lo mediocre está a la orden del día, oiga.
Para eso están las redes sociales y demás: para “emocionar” y “excitar” al
“pueblo soberano”.
Todo esto
cuenta con los “forjadores de opinión” y con “los pensadores químicos” que, de
forma pedante, dicen de sí mismos que tienen “mucho de científico” ( I ), además de creerse poseedores de una “hybris intelectualista” que
les proporciona una visión privilegiada sobre todo lo habido y por haber. Así
nos luce el pelo.
Parece que
está de moda el Principio de la Vulgarización del nazy Goebbels: “Toda
propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los
individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer,
más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de
las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad
para olvidar”.
( I ).- Esta expresión se la hemos oído a un
pedante marxista infumable en la antesala del Club de Prensa del diario “La
Nueva España”
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