Como decíamos en el anterior artículo, en este último veremos lo que nos dice Félix Schlayer en el capítulo intitulado“Stop, dice el inglés”, página 101:
“La
orgía de detenciones seguía su curso, y los tribunales secretos, sin carácter o
intervención estatal, con sus consecuencias de asesinatos, aumentaban cada día.
Cada vez era mayor el número de <checas> (como las llamaban los
españoles) que iban siendo conocidas. Muchachos de los recados de entre
dieciocho y veinte años ejercían de jueces.
Entonces
una primera catástrofe carcelaria provocó una queja del extranjero.
El
22 de agosto de 1.936, una tropa de criminales comunes vestidos de milicianos
entró en la Cárcel Modelo de Moncloa, y con el pretexto de realizar un registro
en busca de armas, robaron a cada preso todas sus cosas de valor, como relojes,
anillos, plumas, así como los recibos de depósito de dinero, y llevaron los
objetos en sacos. De la oficina de la institución retiraron todos los fondos
disponibles y quemaron los libros para imposibilitar toda futura reclamación
por parte de sus víctimas. Como eran más de 4.000 los que fueron robados, es
fácil hacerse una idea del brillante éxito de la meritoria operación
anticapitalista.
Tas
el exitoso registro, los presos fueron llevados al patio de la prisión por la
tarde en lugar de por la mañana. Ese día no habían recibido aún comida alguna.
De repente se desató un incendio en la leñera de la cárcel provocado por los milicianos mencionados y que estaba
preparado desde días atrás. El objetivo era, al principio, que los criminales
comunes, aparentemente al corriente de todo, pudieran escapar en medio del
desorden existente, cosa que hicieron. Se esperaba también que los presos
políticos intentaran huir, pues había grupos apostados, preparados para
acribillarlos. Los querían aniquilar en masa. Afuera se había concentrado una
gran masa de gente que saludaba con entusiasmo las fugas de los presos comunes mientras
que lanzaba salvajes amenazas contra los fascistas.
Pocos de entre ellos sabían por cierto qué debían entender cuando utilizaban
esa palabra.
De
repente, los prisioneros hacinados en los cinco patios de la prisión, que
observaban con miedo el fuego creciente a su alrededor, fueron tiroteados desde
los techos y balcones de las casas de alrededor y desde el techo dela prisión.
. .
Aún
así fue asesinado un buen número de personas, muchos fueron heridos, y
alrededor de sesenta de los políticos y militares más importantes fueron
sacados de allí por los milicianos y ejecutados en las instalaciones próximas a
la prisión. Lleno de miedo, el gobierno había levantado la veda contra ellos a
las milicias marxistas y anarquistas, para cumplir así con sus exigencias de
diezmar el número total de prisioneros”.
En el capítulo intitulado “Informe de un preso”, páginas 128 y 129, se habla de la terrible
checa de Fomento 9 controlada por los comunistas. Las preguntas que hacían los
tribunales populares para juzgar a una persona, eran las siguientes:
“¿Cuánto
tiempo has pertenecido a la Falange? ¿Qué hiciste en octubre de 1934 durante el
levantamiento comunista en Asturias? ¿Cuántos periódicos vendiste por las
calles en esas fechas (durante la huelga de los periódicos de derechas)? ¿Qué
edad tienes? ¿Cuál es tu profesión? ¿Dices la verdad? ¿Quieres prometer o
jurar? ¿Eres cristiano? ¿Qué harías si te ponemos en libertad? ¿Cuándo te
apresaron? ¿Qué harías si te dejáramos libre y vieras la República amenazada por
los fascistas? ¿Entonces no la defenderías? ¿Por quién estás? ¿Cuál es tu
nombre? ”
En fin, otro libro más para recuperar la “memoria
histórica”.
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