viernes, 3 de septiembre de 2021

“El imperio soviético” ( I )

Así se intitula el libro escrito por Dionisio R. Napal, editado por Editorial Stella Maris en Buenos Aires en septiembre de 1932, 286 páginas.

Como se imaginarán, el libro es una crítica real y bien fundada sobre el sistema comunista. Como se imaginarán también, esta obra no podía ser publicada en España en el año republicano de 1932, tiempo aquel en el que se adoraba a la URSS: “Asociación de Amigos de la Unión Soviética”; “¡Viva la URSS!”; “Stalin: el hombre que más amamos”; imágenes por doquier de Lenin, de Stalin, de Vorichilov, etc, etc ¿Se acuerdan del poema que escribió Rafael Alberti cuando murió el criminal Stalin? Vamos a transcribir cuatro líneas:

“Padre y maestro y camarada:

quiero llorar, quiero cantar.

Que el agua clara me ilumine,

que tu alma clara me ilumine

en esta noche en que te vas”.

Al final del poema se lee:

“Y en las cárceles de España

y en sus más perdidos pueblos

dirán que no has muerto”.

Sin comentarios.

El libro consta de I X Capítulos al cual más interesante. Vamos a ver lo que nos dice el autor en la Sección I I I del Capítulo I X intitulado “La esfinge”. En la página 254 y siguientes se lee:

“El comunismo ruso ordena a sus afiliados de los países extranjeros, mantener el espíritu de combate en constante gimnasia, aconsejando la táctica de aprovechar cualquier pretexto y circunstancia para llevar a cabo trabajos perturbadores de carácter revolucionario. Es menester sembrar discordia a fin de explotar a su tiempo el desagrado de la masa, exacerbando su inquietud y provocando sus protestas.

Si un ciudadano intenta expedirse ante soldados o proletarios de Rusia, en la forma en que acostumbran a hacerlo sus obscuros delegados en nuestros ambientes gremiales y obreristas, sería detenido al momento y, arrimado a un muro, baleado por la espalda.

Periódicos y folletos que tergiversan la verdad, desorientan a los trabajadores buscando su adhesión. Si ellos conocieran el terror que oprime a sus hermanos en el imperio soviético, con ímpetu exaltado repudiarían el yugo que pretende imponerles el bolchevismo. Es indispensable anoticiar a las gentes acerca de la existencia material y espiritual de la masa en el estado de los soviets. La verdad contradice y destruye las promesas fantásticas que sus agentes por doquier difunden”

Continuará.



 

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