A pesar de que los valores occidentales, basados
fundamentalmente en el cristianismo, son los que predominan en la cultura de la
mayor parte de las sociedades actuales, un grupo grande de la izquierda quiere
tirar por la borda dichos valores. Para ello recurren a un vocablo, multiculturalismo,
que no es otra cosa que tratar de encontrar un sucedáneo al marxismo-leninismo,
atribuyendo a dicha cultura conceptos tales como imperialista, discriminador,
racista, etc, que, sin embargo, son propios y aplicables a la cultura coránica
del Islam, a la que tanto defienden. La hueste de hoplitas mediáticos de la tal
izquierda y de los profesionales de la diversidad, tertulianos de salón ellos,
parece que dan más importancia al multiculturalismo que a las ideas de
democracia, estado de derecho, gobierno representativo, etc. No nos engañemos:
el objetivo de esta izquierda no es la valoración de otras culturas, sino la
desvalorización de la cultura burguesa. Esto es lo que hace que luchen para que
los inmigrantes no se integren en ella.
Esta
nueva guerra ideológica de una parte de la izquierda, parece un tanto
exagerada. Pero nada más lejos. Hay algún grupo político que se está dedicando
a transformar ideológica y moralmente a la sociedad siguiendo, muchas veces sin
saberlo, las teorías de Gramsci. No hay más que echar un vistazo a las
enseñanzas de las Humanidades: parece que son masters y cursillos acelerados
dirigidos para intentar demostrar que la civilización occidental es la causa de
todos los males de la Humanidad ¿Acaso esta civilización occidental no es la
que ha transmitido el legado de la libertad, de la racionalidad, del
individualismo liberal, etc? Si se niega todo esto y a la vez se está en contra,
la tragedia vendrá por añadidura.
Los
multiculturalistas se hacen la siguiente pregunta respecto a la inmigración:
¿se debe permitir o no a estas personas que recreen sus propias culturas en la
sociedad que les acoge? La respuesta no parece fácil, ya que la inmigración es
un derecho, pero también es un problema. Lo primero que tienen que pensar estos
multiculturalistas es que estos inmigrantes vienen a mejorar su modus vivendi y que, muchas veces, están
dispuestos a olvidarse de sus costumbres.
No
obstante, estos profesionales de la diversidad hablan de discriminación positiva, es decir que, por culpa de
nuestros códigos, reglas, normas, etc, los inmigrantes no se vean relegados a
un segundo plano. A tal fin, hay que cambiar los horarios de las escuelas,
cambiar los días festivos, enseñarles en su lengua materna, etc, cuando lo que
debían inculcarles era el respeto a la Constitución y demás. Imponer tal respeto, no es
ni intolerancia ni xenofobia, sino pura coherencia intelectual. Si el multiculturalismo significa que una sociedad
libre tiene que admitir a colectivos que no respetan los derechos humanos; si
significa que tiene que tolerar a gentes que no respetan las normas elementales
de convivencia; si significa que tenemos que admitir a los que son partidarios
de lapidar a las mujeres; si significa ser partidarios de cortar los dedos a
los ladrones o de azotar a los que van al cine o a las que no lleven pañuelo,
velo, etc.; si significa tolerar que traten a las mujeres como a animales; si
significa desigualdad entre personas y sexos. . . entonces que venga Dios y lo vea.
Continuará.
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