El título completo del libro es “El caso Orlov. Los servicios
secretos soviéticos en la guerra civil española”, Editorial Crítica, 2013,
578 páginas, incluido “Índice”, autor Boris Volodarsky.
El libro, que es un documentadísimo estudio sobre la actuación y
manejos de los servicios secretos de la URSS en la Guerra Civil Española nos
narra, entre otras cosas, las órdenes que daba el criminal Stalin a sus
enviados a España para eliminar a los enemigos de la URSS, como lo prueba el
asesinato del líder del POUM Andrés Nim.
El autor nos cuenta en este documentado libro, la actuación de
cuatro servicios de inteligencia que la destartalada URSS tenía instalados en
la España de entonces: el la Marida, el del Ejército Rojo, el OMS, a las
órdenes de la Komintern, y la NKVD, que era la policía se seguridad.
En la página 257, dentro del Capítulo 9 intitulado “Hombres de
artes y letras al servicio de los servicios”, se lee:
“Muchos escritores y periodistas que trabajaron en España
durante la guerra civil ejercían, ya fuera intencionadamente o no, para los
servicios de inteligencia soviéticos o eran espiados por ellos. A la tercera
categoría pertenecían los llamados inocentes, a los que la propaganda
del NKVD-OMS solía utilizar.
El contingente soviético de escritores formado por
Mark Helfand (TASS), Iliá Ehrenburg (Izvestiya), Mijail Koltsov (Pravda) y
Roman Karmen (director de documentales y
periodistas) enviaba sus informes casi a diario y a veces con más frecuencia”.
También nos comenta el autor que otros escritores como Münzenberg,
Hemingway, Orwell y otros, tuvieron relaciones con los servicios de
inteligencia soviéticos.
En la página 58 se lee:
“En mayo se crearon las Juventudes Socialistas Unificadas
(JSU) con Carrillo a la cabeza, que en el momento de la fusión se hizo
comunista en secreto”.
En las páginas 85 y 86, dentro del Capítulo 4 intitulado “Estimados
camaradas: agosto de 1936-enero de 1937”, comenta el autor que “se
decidió que el Profintern se hiciera cargo de proporcionar ayuda a la
República. También se acordó crear un fondo secreto de un billón de francos
franceses, que en gran medida sería aportado por los sindicatos soviéticos. El
dinero debía dividirse entre cuatro dirigentes comunistas: Díaz, Ibárruri,
Thorez, Togliatti, y un socialista, Largo Caballero”.
En la página 159, dentro del Capítulo V intitulado “El Ilegal”,
comenta el autor sobre los asesinatos de Paracuellos-Torrejón:
“ . . . muchos investigadores de España y otros lugares
llegaron a la conclusión de que Santiago Carrillo había decidido personalmente
quiénes eran los asesinados”.
En la página 249, dentro del Capítulo 8 intitulado “Los hechos
de mayo y la Operación Nikolai”, se lee:
“En septiembre de 1942, junto con Ibárruri, su amante
Francisco Antón y André Marty, Hernández fue uno de los pocos oficiales de la
Komintern a los que Dimitrov solicitó que hicieran lo posible para evitar la
participación de España en la guerra en el bando de la Alemania fascista. Tras
la trágica muerte de José Díaz esa primavera, Hernández tenía todas las
opciones de reemplazarle podría haber llegado ala cima de no ser por la
increíble popularidad de Ibárruri y la simpatía de Stalin hacia la Pasionaria,
que la convirtió en la sucesora de Díaz”.
En fin, recomendamos leer este documentadísimo y magnífico libro.
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