Siempre se ha dicho que la prensa era el cuarto poder.
Nosotros modestamente pensamos que es el primero. Y cuando decimos prensa, nos
estamos refiriendo a los “mass-media”, según se dice ahora, es decir, la
prensa, la radio y la televisión, aunque también hay que incluir las páginas
web, blogs y redes sociales.
Los que tienen en su manos dichos “mas-media” son los
que disponen qué noticias deben suministrarse al “pueblo soberano”,
falsificándolas o escogiendo cuidadosamente aquellos párrafos o frases, muchas
veces sacadas fuera de contexto, con el objeto de desencadenar pasiones,
recelos u odios, según dicte el manual del agit-prop o el panel ideológico.
De esta forma, las situaciones son falseadas
formándose ideas y conceptos totalmente fuera de la realidad, además de
fomentar todo tipo de enfrentamientos no sólo dentro de una nación, sino contra
otras, como es el caso de la aversión que se tiene a Israel y los EE.UU., como
ya hemos visto.
Debido a la estulticia del “pueblo soberano”, que es
incapaz de tener un mínimo sentido crítico, y a que los medios están en manos
de auténticos currinches, el poder y la influencia de los “mass-media” seguirá
siendo enorme.
¿Qué sucede cuando alguien descubre o critica toda
esta urdimbre mediática? La respuesta es sencilla: los poderosos controladores
de la información se indignan porque se les ha descubierto su juego, juego que
les impide controlar y pastorear a la cáfila. Esta oposición a sus “principios” les pone catatónicos, recurriendo a lo de
siempre, es decir, al insulto, a la descalificación, etc, y si es posible, a la
supresión.
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