Breve comentario sobre lo que
pensaba Albert Einstein sobre la religión y Dios.
Einstein fue el científico más célebre y prestigioso del siglo XX y uno de los más grandes genios que ha dado
No vamos a fijarnos en el aspecto científico de Einstein, sino en el humano y personal.
Para empezar, Albert era un hombre de una sencillez y humildad extraordinarias. Poco antes de morir, decía que en su larga vida había aprendido una cosa: que toda nuestra ciencia, comparada con la realidad, es primitiva e infantil. Cuando se le preguntaba si había heredado el talento de su padre respondía con toda humildad y sinceridad que no tenía ningún talento especial, sino una curiosidad casi infinita.
También se preocupaba por la suerte que habían corrido sus colegas en
En 1952 se le ofreció la presidencia de Israel, ofrecimiento que rechazó porque decía que para los asuntos humanos no tenía cabeza.
A principio de los años 30, universidades tan prestigiosas como las de Oxford, París, Jerusalén, etc, le ofrecían todo tipo de ventajas para que impartiese clases. La fama le acompañaba por todas partes, convirtiéndose en una leyenda vida y en un héroe popular.
Cuando en 1931 se estrenó en Nueva Cork “Luces de la ciudad”, de Charlot, éste llevó a Einstein a tal evento con el objeto de promocionar la película, aprovechándose de la enorme popularidad que por aquel entonces ya tenía el físico. La gente se agolpaba en torno al coche por ver más a Albert que a Charles. Le preguntó al cómico que qué significaba toda aquella muchedumbre. Su humildad era así. No conocía la soberbia, la vanidad, la pedantería, la presunción, ni se creía tener “el punto de vista privilegiado sobre el mundo”, como ocurre con algunos intelectualillos de medio pelo de hoy día.
En cuanto a sus creencias religiosas, se pude decir que Einstein no era ateo. En sus escritos de madurez, cuenta cómo leyendo a filósofos como Spinoza haría unas reflexiones que le reconciliarían con la creencia en Dios. A tal fin manifestaba que “la verdadera religiosidad es saber esa Existencia impenetrable, saber que hay manifestaciones de
En 1939, poco antes de empezar
A pesar de que hay autores que sostienen que Einstein era ateo, él mismo confiesa: “No soy ateo, y no pienso que se me pueda llamar panteista. Estamos en la posición de un niño pequeño entrando en una gigantesca librería llena de libros escritos en muchas lenguas. El niño sabe que alguien debió de haber escrito esos libros . . . Tampoco entiende los lenguajes en los que están escritos y sospecha que existe un misterioso orden en la colocación de esos libros, sin saber cuál es ese orden. Ésta, me parece a mí, es la actitud hacia Dios, aún del más inteligente ser humano. Contemplamos al universo maravillosamente dispuesto y obedeciendo a ciertas leyes, pero solamente de manera borrosa entendemos esas leyes. Nuestras mentes limitadas perciben una fuerza misteriosa que mueve a las constelaciones”.
En una carta publicada en
“La
generalizada opinión, según la cual yo sería un ateo, se funda en un gran
error. Quien lo deduce de mis teorías científicas, no las ha comprendido. No
sólo me ha interpretado mal sino que me hace un mal servicio si él divulga
informaciones erróneas a propósito de mi actitud para con la religión. Yo creo
en un Dios personal y puedo decir, con plena conciencia, que: en mi vida, jamás
me he suscrito a una concepción atea”.
En marzo de 1952, escribía a un amigo lo siguiente:
En marzo de 1952, escribía a un amigo lo siguiente:
“Aquí reside el sentido de lo maravilloso, que se
incremente aún más con el desarrollo de nuestro conocimiento. Y aquí reside la
debilidad de los positivistas y ateos profesionales, quienes se sienten felices
en la conciencia de haber librado exitosamente al mundo no sólo de Dios, sino
incluso de lo maravilloso”.
Recordemos algunas frases del sabio sobre su posición ante el ateísmo, Dios y la religión.
“El tener una creencia religiosa no es un síntoma de estupidez, así como tampoco el ser incrédulo es signo de inteligencia”.
“Aún ante la vista de semejante armonía en el Cosmos que con mi limitada mente humana soy capaz de percibir, sigue existiendo gente que dice que no hay Dios. Pero lo que realmente me encoleriza, es que dicha gente me cite a mi para sustentar sus opiniones”.
“Ni existe una insuperable contradicción entre la religión y la ciencia, ni puede ser reemplazada la religión por la ciencia”.
“La ciencia sin religión está coja, y la religión sin ciencia está ciega”.
“La luz es la sombra de Dios”.
Recordemos algunas frases del sabio sobre su posición ante el ateísmo, Dios y la religión.
“El tener una creencia religiosa no es un síntoma de estupidez, así como tampoco el ser incrédulo es signo de inteligencia”.
“Aún ante la vista de semejante armonía en el Cosmos que con mi limitada mente humana soy capaz de percibir, sigue existiendo gente que dice que no hay Dios. Pero lo que realmente me encoleriza, es que dicha gente me cite a mi para sustentar sus opiniones”.
“Ni existe una insuperable contradicción entre la religión y la ciencia, ni puede ser reemplazada la religión por la ciencia”.
“La ciencia sin religión está coja, y la religión sin ciencia está ciega”.
“La luz es la sombra de Dios”.
“Dios no creó el mal. El mal es el resultado de la
ausencia de Dios en el corazón de los seres humanos”
Con todo esto, Einstein nos
está diciendo que el Universo es una obra planeada y que cuesta trabajo creer
que exista por pura casualidad. También nos transmite la idea de que es difícil
aceptar que la razón de la existencia del Cosmos no tenga explicación.
Muchos pedantes marxistas
tendrían que aprender de la sabiduría y humildad de este gran hombre.
Y para terminar, una cosa
curiosísima. Decía el sabio que "si
mi teoría de la relatividad es cierta, los alemanes dirán que soy alemán y los
franceses que soy ciudadano del mundo. Pero si no es cierta, los franceses
dirán que soy alemán y los alemanes que soy judío".
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