jueves, 29 de agosto de 2019

Personajes de la Segunda República. Agapito García Atadell



Este fue otro de los nefastos personajes de aquella República que, como otros que ya hemos comentado, murió como católico pidiendo perdón a Dios de sus actos, dato este que hoy no se comenta, e incluso se niega. Estando en la prisión provincial de Sevilla, escribía el 4 de julio de 1937:

“Como públicos ha sido mis ataques a la Santa Madre Iglesia y a su ministerio, ataques lanzados por mi desde la prensa y la tribuna pública, quiero que sea mi retractación justo castigo a un pasado el cual detesto, si bien en la penitencia he encontrado saber morir en paz de religión, de salud espiritual y de bienaventuranza. Son muchas las ofensas por mi cometida contra las autoridades legítimas de Dios en la tierra. A todas ellas les pido perdón y con el perdón la bendición que me redima en la vida y en la muerte del pasado, harto agitado para la paz del espíritu y la salud del alma, que solo se puede encontrar abrazando como abrazo la verdadera religión, que no es otra que la de Jesucristo a quien ofrezco mis actos en el porvenir, redimido por su divina voluntad en mi pasado. Así sea”.

Como ya sabrán, Agapito estaba involucrado en las checas que había en Madrid en aquellos tiempos. Posteriormente, y cuando empezaba la batalla de Madrid, huyó, al igual que muchos.

 Cuando estalló la Guerra Civil, creó en Madrid lo que se denominó  “ Brigada de Investigación Criminal”, que pomposamente se las llamaba también “Milicias Populares de Investigación”, cometiendo todo tipo de delitos, incluso asesinatos, sin que las autoridades republicanas dijeran ni pío.

Quizá las brigadas más conocidas fueron “La Escuadrilla del Amanecer” y la de “Los linces de la República”.  El grado de maldad, de barbarie y de crueldad, era demencial, aunque estaban muy por debajo de la brigada de García Atadell, brigada esta que actuó en Madrid de agosto a noviembre de 1936.

La brigada de Atadell, contaba con la aquiescencia y anuencia de la Agrupación Socialista Madrileta, así como también de los parlamentarios del PSOE. Como ya saben, los “historieteros” izquirdistas, y algún que otro pedante infumable marxista, decían, y dicen, que los crímenes y desmanes eran obra de “incontrolados”. Mentira cochina. Veamos.

Anastasio Gracia Villarrubia, socialista y ministro en el gobierno de Largo Caballero, y diputado entre 1931 y 1939, visitaba la checa  de Atadell para alentar a sus miembros en el cometido de sus actos ¿Acaso Anastasio era también un “incontrolado”? Ni qué decir tiene que este sujeto, como no podía ser de otra manera, huyó a Méjico, en donde murió.  Curiosamente, huyó porque, entre otras cosas, estaba perseguido por la FAI y por el PC.

Atadell escribió una carta a su amigo Indalecio Prieto en julio de 1937 en la que decía, entre otras cosas, que ya no era socialista y que moría siendo católico.


Recordar que el ovetense Indalecio Prieto Tuero que fue, entre otras cosas, patrocinador e impulsor de la Revolución de Asturias, también murió católico.


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