martes, 13 de agosto de 2019

San Fermín, toros y los “correbous”



Diremos que estamos en contra de todo daño cruel que se le pueda hacer a los animales, aunque haya ocasiones en las que están justificadas la eliminación de alguno. Una de tales ocasiones sería, por ejemplo, el sacrificio al probar en él un medicamento que podrá salvar miles o millones de vidas humanas. Otra ocasión sería la eliminación de un animal, o varios, en el supuesto que estuviesen contaminados por una enfermedad que podría originar una epidemia o una pandemia, con la que probablemente desaparecería toda una especie, o varias. Otro supuesto sería el de la defensa propia. Sabemos que hay animales que atacan a las personas, y por tanto hay que defenderse. Porque, ¿dejaríamos actuar a un puñado de avispas sobre los dídimos de un hombre, o sobre los pechos o el bajo vientre de una mujer? ¿No se rechazarían a manotazos con el objeto de matarlos? ¿O permaneceríamos cruzados de brazos para que la especie se conservase?

Dicho lo anterior, pasemos a la supresión de las corridas de toros. No hay derecho a ver un animal sufrir de tal manera, desangrándose y dando unos berridos que le llegan a uno al alma. Pero, siempre hay un pero, ¿qué va a pasar con las personas, ya sean transportistas, cuidadores, mayorales, cuadrillas con sus mozos, y demás gente que vive de los toros? ¿Al paro? Pues sencillamente, esto no nos gusta, oiga.

Nos da la impresión de que esta fiesta fue suprimida en Cataluña en su dóa por otros motivos: porque representa la fiesta nacional, la de España, claro. Y los catalanes a España no quieren ni verla. Si verdaderamente les importase no hacer sufrir a los toros, ¿porqué en Cataluña se permiten los “correbous” o los “bous embolats”? Porque es una verdadera salvajada ver a toros con fuego en sus cuernos, fuego que les asusta, les hiere, les espanta, les fatiga, no sabiendo muchas veces cómo van a terminar. Los espectadores, golpean a los pobres animales con todo lo habido y por haber. Incluso hay quien les echa arena a los ojos o los ciega con pistolas de laser.

 Abundando más sobre esto, le colocan al pobre animal una especie de antorchas de fuego y automáticamente lo sueltan por las calles. Nos podemos imaginar todo tipo de movimientos que hace el toro para intentar apagar el fuego, ya que éste le está quemando los nervios de las astas, a la vez que la brea que se va desprendiendo le queman los ojos. Hay sitios en Cataluña, concretamente en la provincia de Tarragona, en los que al toro, al final de la fiesta, se le lleva hasta el mar y es tirado al agua. Lo que le espera al pobre animal se lo puede imaginar uno fácilmente.


Hay otro tipo de “fiesta” que es la del toro “ensogado”. Como su nombre indica, consiste en una soga que se le ata al animal alrededor de la cabeza y de los cuernos y de la que tiran los “mozos del pueblo” en direcciones opuestas para inmovilizar al toro. Cuando el animal está cansado, entonces lo arrastran por las calles, con la que las pezuñas se ponen en carne viva. Cuando ya el pobre animal no puede ni con sus dídimos, empieza el pateo y las explosiones de petardos que acaban volviendo loco al astado

La pregunta parece que surge inmediatamente: ¿por qué se suprimen los toros y se permiten estas otras salvajadas? ¿Y qué me dicen lo de arrojar una cabra desde un campanario?

Por otra parte, y para terminar, ¿qué me dicen de los “Sanfermines? ¿Corren las personas detrás del toro, o corre éste delante? Como ya es sabido, casi todos los años hay heridos graves, e incluso ha habido muertes. ¿Por qué no se suprime esto? ¿Es que importa más la vida de un toro que la de una persona? Como diría “Macario”, me lo expliquen.



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