Y seguimos insertando
comentario de libros sobre eso que llaman “casa real”. Ahora le toca el turno a
“Urdangarín. Un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos”, Editorial La Esfera de los Libros, S.L., 2012, autores Eduardo
Inda y Esteban Urreiztieta, 421 páginas incluido Índice Onomástico.
Como ya hemos dicho varias veces, los
libros que hemos comentado sobre la “raleaza” nos han producido, y nos
producen, asco, repulsa, desprecio y varias cosas más que omitimos, pero que
son fáciles de deducir.
El libro, que consta de XXI
capítulos todos interesantísimos, comienza narrando el fiestón que tuvo lugar en
el palacete de Pedralbes (“Un casoplón
así no se compra pegando pelotazos de balonmano. De los otros puede ser . . .”,
página 21) dado por Cristina con motivo del
cuadragésimo cumpleaños del “consuerte”, perdón, del consorte, casoplón
de 650 metros cuadrados, tres plantas y 2.000 metros cuadrados de jardín (Idem.
Página). La mansión no podía ser menos, pues el patrón del “Bribón” le había
espetado en su día “¡Pero cómo tienes a
mi hija en un piso de trescientos metros cuadrados cuando ha vivido toda su
vida en un palacio!” (página 29)
En la página 34 se lee que “el rey le invitó a embarcarse en la
operación inmobiliaria sin pensárselo dos veces. ‘Me añadió que no me
preocupase, que ya me ayudaría a pagar la casa’ ”
Entre los invitados al
fiestón había un tipo llamado Diego Torres, que era el “socio de Iñaqui” (página 20). En la página siguiente, un “insider” (persona enterada) habla sobre
estos dos sujetos:
-
“Les va muy bien – comentó un insider que conoce
perfectamente tanto al duque de Palma como a su socio en sus proyectos
empresariales. Empresariales por decir algo, porque crear empleo, lo que se
dice empleo, no crearon mucho. Riqueza, sí, pero para sí mismo. Tanto como 12
kilos limpios en tres años. Vamos que, visto lo visto, y con la perspectiva que
dan los cuatro años transcurridos, no tocaba de oído precisamente”.
Siguiendo con el personaje
de Diego Torres, se lee en la página 41: “Diego
Torres se llegó a considerar miembro de la familia real. Se sentaba con ellos
en la misma mesa y se acabó creyendo que era uno más de La Zarzuela. Actuaba
como si fuera hijo del rey”.
En la próxima entrega
comentaremos someramente algo sobre el “Instituto Nóos”, donde queda reflejado
la gran corrupción escandalosa, saqueando arcas públicas y terminando imputado
por varios delitos, tales como los de malversación, prevaricación, fraude,
blanqueo de dinero y falsedad. ¡Casi “ná”!
Y terminamos esta entrega
con el cinismo del patrón del “Bribón”, cuando alguna vez cita el artículo 14
de la Constitución:
“Los españoles son iguales ante la ley, sin que
pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo,
religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Sin comentarios.
Continuará.
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