Autocalificaciones

 Decía el sabio Salomón que la “soberbia es heraldo de la ruina”. Nosotros pensamos que la  pedantería, la autosuficiencia, la presunción, la vanidad, el orgullo mal entendido, la altivez, la jactancia, el engreimiento, la inmodestia, etc, etc, pueden ser también heraldos de la ruina.

A lo largo de nuestra vida hemos conocido, como a ustedes les habrá pasado también, personas, “personos” y “persones”, que se alaban a sí mismas de una manera poco menos que vomitiva. Tal alabanza se ve en muchos terrenos, sobre todo en el político, cuando se autocalifican de “demócratas de toda la vida”, habiendo sido en otros tiempos auténticos lameculos del régimen. Otra autocalificación es que se consideran “creativas”. Para esto hay que tener imaginación, que ya sabemos de dónde proviene y quién la manipula.

Dichas personas, “personos” y “persones”, dicen que son defensoras de la “kurtura”, aunque solamente leen lo que ordena y manda el partido, amén de colegir lo que les dicen que deben colegir, llegando a la conclusión que coligen correctamente.

Otras dicen que les gusta viajar mucho, ya que estiman que es una actividad  importante, ya que abre la mente y mejora el criterio y la cordura. Otras se autocalifican de progresistas y anticapitalistas, pero, sin embargo, poseen suntuosas mansiones y chalets de lujo, amén de cochazos impresionantes.

Otras dicen que ecologistas, “ecologistos” o “ecologistes”, pero para desplazarse a las mentadas mansiones suntuosas, o a sus centros de vacaciones, van contaminado ya que se desplazan en coche o en avión. No se les ocurre ir en patinete, en bicicleta o en parapente.

Otras dicen que son partidarias del individualismo, cuando esto está prohibido en estos momentos. Que se lo pregunten a su “Sanchidad” y a toda la troupe que le rodea: el que se salga del redil, del aprisco, del corral, del gallinero, del rebaño, etc, la que le espera es buena.