Como decíamos en la anterior entrega, en ésta y en las siguientes, veremos la gran época de las exploraciones, ya que se empezaron a utilizar las rutas marinas, desconocidas en la época de Marco Polo.
Un siglo y pico después del viaje
de Marco Polo, empezó otra época de exploraciones. La gente de aquel entonces
se había dado cuenta de que Asia tenía y producía muchas cosas que eran
queridas y demandadas por los europeos: piedras preciosas, seda, maderas,
incluso drogas, que se habían importado de allí por tierra, ya que se ignoraban
las rutas marítimas hacia Oriente.
Este tránsito terrestre hacia
China y la India, discurría por territorios musulmanes, que actuaban como
intermediarios. Hubo un momento en el que los otomanos conquistaron
prácticamente el Asia occidental. Constantinopla cayó en su poder y los turcos prohibieron a los cristianos que
transitasen por sus dominios, quedando cortado el camino terrestre a los países
asiáticos más lejanos.
Durante este período, estamos
hablando de últimos del siglo XIV y mediados del XV, Portugal destacó en la
navegación. En la primera mitad del siglo XV, Enrique el Navegante (1394-1460),
organizó en su palacio una escuela de navegación. Sus hombres recorrieron la
costa occidental de África, llegando hasta las islas de Cabo Verde. Quedaba por
explorar la parte inferior de África. De esto se encargaría otro portugués,
Bartolomeu Dias (1450-1500).
Durante su juventud, Dias hizo
varios viajes a la costa guineana, volviendo cargado de oro y marfil. Ni qué
decir tiene que las hazañas de este hombre encantaron al rey de Porrugal, que
le nombró jefe de la expedición que iba a explorar el litoral del Océano Atlántico africano, tarea que
comenzó en 1487.
Siguiendo la costa marroquí,
penetró en el golfo de Guinea, siguiendo por
el sur y creando mapas. En una de las grandes tempestades que tenía lugar
en el sur del Atlántico, empujó sus naves mar adentro. Cuando se hubo calmado
la tempestad, las naves retrocedieron en busca de tierra, doblando el extremo
meridional de África, lo que les llevó a entrar en el Océano Índico, pero sin
darse cuenta de ello.
El lugar en el que habían sido
desviadas las naves de Dias, el rey de Portugal lo denominó “Cabo de
Buenaesperanza” (en imagen), ya que este sitio abría una nueva ruta para
hacerse con las codiciadas riquezas de Oriente.
Dias aún efectuó más viajes
comerciales a África. En 1500, atravesó el Atlántico, llegando hasta Brasil. En
el regreso su buque se perdió y ya nunca se supo más de él.
Como ya se intuye, en la próxima
entrega veremos el descubrimiento del
Nuevo Mundo.
Continuará.
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