domingo, 3 de octubre de 2021

La Revolución de Octubre de 1934 ( I I )


 Y seguimos con el tema de la Revolución de Octubre de 1934.

Largo Caballero, que en 1931 era ministro de Trabajo, en noviembre de ese año ya enseñaba los dientes de lo que tenía pensado hacer con motivo de la probabilidad de que las Cortes de entonces se disolvieran. Decía:

Ese intento sólo sería la señal para que el PSOE y la UGT lo considerasen como una provocación y se lanzasen incluso a un nuevo movimiento revolucionario. No puedo aceptar la posibilidad, que sería un reto al partido, y que nos obligaría a ir a una guerra civil”. (Periódico “El Debate” de fecha 24 de noviembre).

 En 1932, un año después, concretamente en octubre, cuando se celebraba en Madrid el X I I I Congreso del PSOE, el mentado Largo Caballero, en el mismo Ministerio, decía:

 El Partido socialista no es un partido reformista (...) cuando ha habido necesidad de romper con la legalidad, sin ningún reparo y sin escrúpulo. El temperamento, la ideología, y la educación de nuestro partido no son para ir al reformismo”. 

 Este sujeto no era ni republicano ni demócrata, lo mismo que no lo era el PPPSSSOOOEEE de aquel entonces y el de ahora. La “lucha final” era el objetivo prioritario para este ejemplar, o sea, la dictadura del proletariado. En un discurso de 1934, decía:

 “En esta República se prohíben las reuniones a los obreros frecuentemente; el derecho de asociación es casi nulo; en una palabra, a los tres años de Re­pública yo declaro que no he visto nunca una situación peor para la clase tra­bajadora, ni aun en los tiempos heroicos de nuestro partido. Y conviene que esto lo sepa el pueblo español y que se sepa más allá de las fronteras. En Es­paña van a ocurrir hechos de tal naturaleza, que es preciso que la clase tra­bajadora haga unas manifestaciones que justifiquen su actuación en el por­venir, porque esa actuación corresponderá a la que ahora se sigue con nos­otros. Es indudable que en un momento determinado el proletariado se pondrá, como se dice vulgarmente, en pie, y procederá violentamente contra sus enemigos. No se diga entonces que somos unos salvajes sin civilizar, porque  de nuestra conducta de entonces responde la conducta de ellos ahora. Y en ¡ aquel momento no les extrañe que los corazones se hayan endurecido, que se hayan dejado a un lado sentimentalismos inútiles, porque a los que hoy están viendo morir de hambre a sus hijos, porque se les niega el trabajo, no va a pedírseles un armisticio cuando la clase obrera esté en el Poder. Así, de una ma­nera tan absurda y tan estúpida, se nos conduce a una situación como la actual. ...el mismo Marx ha explicado que el "Manifiesto comunista" se llamó así, y no socialista, para no confundirse con otros partidos de carácter reac­cionario que en aquel entonces se llamaban también socialistas. Pero coinci­dimos en la teoría. Además, el Comunismo y el Socialismo son dos etapas en absoluto diferentes. Después del triunfo de la clase obrera, la primera eta­pa, la transición del régimen capitalista al colectivista, lo  que pudiéramos  llamar dictadura del proletariado, que no tiene más objeto que ir dominando  y destruyendo al capitalismo, eso es el Socialismo. Durante esta primera etapa subsistirá el Estado; no más tiempo. Y con esto salgo al paso de algunos anarquistas que no han comprendido bien nuestras ideas. Marx declaraba que el Estado desaparecería al desaparecer el capitalismo. Porque el Estado es un instrumento de dominio de una clase sobre otra. Y en cuanto no existan clases, el Estado desaparece y se entra en el período llamado de comunismo. No nos diferenciamos, como se habrá podido ver, en nada de los comunistas. Supongo que no nos pedirán que vayamos a especular en estos momentos teóricamente sobre la mejor organización del régimen comunista. Yo creo, pues, que debe hacerse la alianza proletaria; pero no para estar en la calle constantemente, sino para realizar el acto definitivo que dé el triunfo total a la clase obrera”. ( I )

Como puede verse, República excluyente que nombraba constantemente a Carlos Marx y al comunismo.

Hay algunas cosas que no se comentan sobre Largo Caballero. Una de ellas es, por ejemplo, que no se explica muy bien cómo pudo llegar a ser Jefe de Gobierno, habiendo estudiado solamente unos meses en un colegio de Escolapios cuando tenía siete años.

La otra es que cuando unos socialistas catalanes le llevaron a un cabaret, y viendo a las mujeres desnudarse, exclamó:

“¡A mi no me diga nadie que esto es libertad! ¡Esto es degradación, basura!”.

Rápidamente le viene a uno el pensamiento de qué diría Largo si viviese ahora en estos tiempos, cuando tales desnudos se ven por la telebasura, e incluso en la calle. ¿Qué diría, asimismo, cuando viese a los “artiscejos” sociatas rodeados de los Almodóvar, Zerolo y demás personajes de la más variopinta condición biológica?

En fin, este “Lenin español”, como casi todos los líderes socialistas y comunistas, huyó a Francia cuando vio que la guerra estaba perdida, falleciendo en París en marzo de 1946. A pesar de todo, fue, y es, un sujeto homenajeado con estatuas y monumentos por media España.

Nota.- Lo destacado en rojo es nuestro.

( I ).- “Los documentos de la primavera trágica”, autor Ricardo de la Cierva y Hoces, página 32.

Continuará.


Bibliografía:

“1934: Comienza la Guerra Civil”, autor Pío Moa;“Carrillo miente”, autor Ricardo de la Cierva; “Contra la mentira”, autor Pío Moa; “El desplome de la República”, autores Ángel Viñas y Fernando Hernández Sánchez; “El libro negro de Carrillo” y “El libro negro de la izquierda española”, escritos por José Javier Esparza; “El mito de la izquierda”, autor Gustavo Bueno; “El zorro rojo”, Random House Mondadori, S.A., Efrén del Valle Peñamil, por la traducción; “Historia oculta del PCE”, autor Joan Estruch; “La República del crimen”, autor Francisco Gutiérrez Latorre; “La semana trágica de la iglesia en España (8-14 octubre 1931)”, autor Víctor Manuel Arbeloa; “La velada de Benicarló”, autor Manuel Azaña; “ Los documentos de la primavera trágica”, autor Ricardo dela Cierva y Hoces; “Los mitos de la Guerra Civil”, autor Pío Moa, y “Paracuellos del Jarama: ¿Carrillo culpable”, autor Carlos Fernández.

 

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