martes, 2 de febrero de 2021

Una cuestión de huevos


 

Repetidamente y me temo que con pesadez, me he preguntado desde este mismo medio, hasta dónde podría llegar nuestra capacidad de asombro (o poder zaumásico como leíamos en un manual de filosofía de D. Adolfo Muñoz Alonso), ante las ocurrencias y determinaciones con que cada día la ponen a prueba nuestros actuales políticos.

Esta vez la ocurrencia nos viene de allende los mares pues tiene su origen en el Parlamento de Baleares en el cual, el partido Unidas Podemos registra una proposición de ley en la que se sugiere que en los comedores públicos, en el apartado “huevos”, no se sirvan más que los procedentes de gallinas en libertad y nunca jamás los que procedan de gallinas enjauladas. Encomiable ocurrencia y no menos encomiable proposición de ley sobre lo que, sin duda es un clamor entre los responsables y, sobre todo entre los usuarios de los comedores públicos, aparte de que entraña una reivindicación de los méritos de las gallinas libres que a su vez traería sin duda aparejada una mayor consideración por sus concomitancias, hacia nuestro ya bastante bien valorado “pitu de caleya”, paradigma de la más absoluta libertad animal.

 Nuevamente nos vemos obligados a elogiar estas preocupaciones de los representantes del partido Unidas Podemos y otros, siempre empeñados con decisión y bravura a  la solución de problemas fundamentales en aras de conseguir mejoras en todo lo mejorable, ayudando también su esforzado afán en este caso, a infundir una gran tranquilidad a los que no solemos utilizar los comedores públicos, en razón a que un día podríamos tener que hacerlo y nos veríamos en la desagradable situación de encontrarnos en el plato ya servido con un par de huevos aovados previamente por una gallina enjaulada, lo que nos llevaría a exclamar: ¡vade retro! o ¡vaya huevos! en el amplio sentido que encierra esta última expresión. No habría motivos pues, para esta sorpresa.

 No quisiera yo meterme en asuntos que no domino y que no son de mi incumbencia pero como uno también puede tener sus ocurrencias, tomando como base la tan reivindicada igualdad de género, me atrevería a sugerir, al no poder diferenciar a simple vista unos ejemplares de otros , la posibilidad de sustituir los huevos por las huevas, lo que evitaría que algún astuto proveedor, proporcionara engañosamente huevos de gallinas enjauladas en vez de huevos de gallinas en libertad pues, aparentemente ambas clases no parece que presenten una diferencia notable a la vista y, sobre todo, recordando la trampa de los fruteros con el aguacate y la factura de la luz que nos descubrió hace días doña Ione Belarra y a la que estamos expuestos diariamente, pues resulta que también los fruteros venden huevos. ( I )

 La dificultad de esta idea que me atrevo a sugerir, estaría en la elección de la clase de huevas que  podría sustituir a los huevos ya que entre los precios de unas y otros hay una gran diferencia a favor de las huevas y en contra de los huevos con el consiguiente perjuicio para una buena administración de los comedores públicos ya que las huevas más baratas, según mis investigaciones al respecto, creo que son las de atún: 12,90 euros una pieza de aproximadamente 250 gramos. y, por el contrario, una docena de huevos XXL con un peso aproximado de 876 gramos. (73 gms./huevo), puede adquirirse por 2,29 euros (0,19 euros/huevo). No es necesario hacer cálculos más detallados para apreciar la desproporción y, por tanto. lo no aconsejable de la idea expuesta.

 Lamento, por tanto, la dificultad económica que entraña mi propuesta pero es que me vino a la mente, dados los logros que por fin hoy se están alcanzando en cuanto a la igualdad de género y que debe primar en todo momento pues no en vano en esta querida España, esta España mía, esta España nuestra, ha merecido la creación de un ministerio que en este caso como en tantos otros, tendría mucho que decir.

 ( I ) Quizá un educado y agudo sentido del tacto podría ser capaz de hacer distinciones en el caso que nos ocupa pero la verdad es que no parecería muy prudente ni elegante a día de hoy, andar de un sitio para otro tocando los huevos, aunque sea por un motivo tan encomiable.

 Francisco Alonso-Graña del Valle

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