lunes, 15 de febrero de 2021

Disparos en la sien


 

Tras el resultado, para mi gusto bastante cantado, de las elecciones catalanas, me vienen a la memoria, con respecto al PP y sus cifras, en primer lugar, uno de mis primeros artículos titulado “Suicidio político “ escrito hace ya bastantes años sobre la aparición del partido Foro Asturias en el panorama político de nuestra autonomía y otros dos, más recientes en relación a la lamentable postura de dicho partido en la infausta jornada de la moción de censura presentada por VOX contra Pedro Sánchez y su gobierno: “Suicidiofilia..” y “Oportunismo miserable”.

He de confesar en primer lugar que fui de los que se alegraron con la elección de Pablo Casado como presidente del partido tras su confrontación con Soraya Sainz de Santamaría. Vi en él un hombre joven con buenas condiciones para desempeñar el cargo, decidido, bien preparado, buen dialéctico y adecuado para afrontar la difícil situación política establecida tras la afortunada desaparición del tristemente recordado Mariano Rajoy.

 Y no fueron malos sus principios, realizando oportunos cambios en la estructura interna del partido, desprendiéndose de algunos pesos molestos y con buenas intenciones, reflejadas en buenas intervenciones públicas.

 Pero y, hablo siempre según mi modo de ver, llegó el día nefasto a que ya he aludido y que fue la jornada de la moción de censura también citada. Yo no sé, no pude ni puedo entender lo que pasó por su mente para elegir la forma y el fondo de su intervención en dicho día. A nadie se le escapa la importancia de aquel momento de esperanzadoras expectativas. Había llegado una ocasión propicia para unir fuerzas y plantar cara a un gobierno cuya actuación no era precisamente del agrado de gran cantidad de ciudadanos votantes. Se adivinaba un resultado de la moción poco propicio pues los números y las elementales operaciones de suma y resta reflejaban, inexorablemente, una derrota de la iniciativa. Pero en política, aunque a veces prima la prudencia y el frío cálculo, siempre es muy positiva la valentía, aún cuando pueda conducir a un fracaso, ya que éste puede ser pasajero y constituir la siembra para cosechas más favorables. El testimonio de valor y audacia nunca será estéril y los ciudadanos sabemos y solemos considerarlo y retenerlo en la memoria.

VOX, en un acto sereno y valiente se arriesgó al fracaso, pero dio y plantó cara a la situación que realmente era muy adversa. Dio voz a mucho descontento, exponiendo claramente las razones de su decisión. En dos palabras: habló alto, claro y en público.

No hizo así por contra el PP y, aunque una abstención podría resultar hasta prudente y comprensible, creo que nadie de su ideología y con mínima intuición sobre la situación política, se esperaba una intervención tan desafortunada de su líder, que (creemos por su propia y personal voluntad), no solo proclamó tajantemente su rechazo a la iniciativa que se juzgaba sino que aprovechó el momento con absoluta extemporaneidad para lanzar un tan furibundo, mezquino y desaforado ataque al partido que presentaba la moción y en especial a su líder, que constituyó la mayor sorpresa de la que, al final resultó fatídica jornada.

 En mis artículos citados lo comentaba: Casado no fue consciente de la transcendencia de su postura imperdonable. Yo le auguré una más que posible pérdida de votos en el futuro. Ayer, 14 de Febrero, en Cataluña, aunque quizá no muy significativa, hemos visto la primera muestra.

 Bien sabe Dios que no deseo fracasos al PP pero por desgracia hoy contemplo un partido con el rumbo perdido, sin ideología sólida, con un líder errático y extraviado y por consecuencia con una necesidad, una vez más, de un cambio radical hacia posturas menos ambiguas y hacia un conocimiento claro de quiénes  deben ser o son sus amigos y quiénes sus enemigos. Y termino, aconsejando con delicadeza: ¡cuidado con los autodisparos en la sien!

 Francisco Alonso-Graña del Valle.

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