¡Oé, oé, el PP
tiene caja B!
Con las que nos están cayendo por
arriba y por abajo, por proa y por popa por babor y por estribor, por activa,
pasiva y perifrástica, estamos constatando que tanto entre nuestra esforzada
clase política como en prensa escrita, hablada y vista-hablada, el mayor
problema y con él la mayor preocupación en mi querida España...etc. los
constituyen hoy un par de asuntos excepcionales que nos repiten unos y otros
sin desmayo y como aviso de caminantes de tal manera, que a fuerza de esa
repetición se están convirtiendo en una losa insoportable para nuestras
limitadas fuerzas que parecen estar al borde de la extenuación. Resumiendo en
lo posible, estos asuntos son: existencia de caja B en la contabilidad del Partido
Popular y financiación de obras en la sede del mismo partido con fondos
procedentes de esa caja B. No hay nada más transcendental en estos momentos de
nuestra dilatada historia. Los hechos citados e íntimamente relacionados entre
sí no tienen parangón con todas las desgracias que de una forma u otra y en
ocasiones diversas, ha sufrido y sufre nuestra sufriente patria, valga la
redundancia. Se infravaloran otras vicisitudes pasadas y presentes hasta
convertirlas en insignificantes, ante la magnitud de los problemas que se
derivan de dichos hechos. Hasta la pandemia coronavírica que nos azota hace ya
más de un año, está pasando a un segundo plano entre las novedades del día en
algunos noticieros nacionales y provinciales.
¡¡El PP tiene una caja B!! Y yo, y
conmigo no dudo que muchas más confiadas personas, íbamos andando por el mundo
con una tranquilidad que produce escalofríos solamente el pensarlo. ¡Qué horror
y qué error! ¡Pobre ignorante y engañado ciudadano que en más de una ocasión,
debo confesarlo francamente, ha votado a este partido no solo en elecciones
generales sino en autonómicas, municipales y mediopensionistas si las hubiere!
Menos mal que la verdad siempre aflora y resplandece y ahora está aflorando y
resplandeciendo, exuberante y mayestática como una camelia fértil y frondosa,
tranquilizando nuestras mentes y corazones ayer tan encogidos y apenados al
conocer la terrible noticia. Ahora nos toca esperar, esperanzados e ilusionados
de que con tanto manipular el asunto, no vaya a aparecer una caja C pues
entonces se nos haría insoportable vivir, tamaña sería la desgracia, imposible
de superar e impasible el ademán que están presentes en nuestro afán. (Ya
pueden perdonar esta digresión un tanto surrealista, debida sin duda a las
emociones suscitadas por la pavorosa noticia de la caja B del PP).
Bien, no quisiera terminar sin
intentar hacer fausto lo infausto con el fin de rematar el escrito de una forma
más esperanzadora y positiva, recordando mis tiempos comerciales en una pequeña
empresa que, como creo que la generalidad de ellas, ¡tenía una caja B! Y no era
precisamente por ocultación de datos para defraudar impuestos sino por mera y
elemental comodidad para poder manejar sin complicaciones, pequeños detalles
económico-contables sin mayor importancia ni transcendencia. Creo que lo mismo
se podría decir de innumerables empresas, ayer, hoy y mañana.
Y no es que yo pretenda opinar que
el asunto del PP, su caja B y sus pagos a través de la misma no tiene
importancia pue sí la tiene evidentemente, pero lo que nos están haciendo vivir
ahora con el golpeteo de esta noticia, al lado de todo lo que nos toca hacer
frente, no es de la relevancia que se pretende y en resumen, no sirve más que
como una cortina de humo para distraer y nublar la atención del ciudadano a fin
de gobernar al último antojo de nuestros ilustres que “a la chita
callando” van manejando y modificando con absoluta parcialidad nuestro cuerpo
legal con un decreto ley tras otro. Y esto sí creo que es motivo de
preocupación.
Francisco Alonso-Graña del Valle
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